sábado, 10 de marzo de 2018

Ser vulgar no cuesta nada, es un vuelo rasante de bajo coste


Son tan hueras las pamplinas de los cretinos.
Insufrible matraca de mamertos.
Es difícil brillar cuando hemos nacido con el oriente perpetuo de la mediocridad.
Sin estelaridad, sin la exquisita dicción que da la alta cuna.
Seres sin tribuna y atribulados por la marginalidad que le da el remolino de la corrobla.
Que puede importar en esa forzada última fila, sino zancadillear a la nata preeminencia.

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