sábado, 24 de marzo de 2018

Qué se pide a Nuestra Señora del Buen Varón


Cuando el amor se resiste, es que ha llegado el momento de recurrir a los Santos, porque si uno no lo hace, se queda para vestirlos.
Los juglares, cantaban en el atrio que hay delante de la portada románica de la Iglesia de los Hoyos, romances de bellas y devotas doncellas que ponían velas y exvotos a María, para pedir y agradecer los milagros de tan conseguidora imagen, doncellas que habían encontrado el amor tras la intercesión de Nuestra Señora del Buen Varón.
La fe obra milagros y la devoción hace el resto, y en ese capitulo, entra peregrinar a lugares telúricos, como la Iglesia de la Villa de los Hoyos.
Dice la tradición, que no hay nadie mejor para encomendarse en cuestión de amoríos, que encomendarse a María y sobre todo a Santa María del Buen Varón, advocación que ha amparado a muchos varones linajudos de la muy noble y leal Villa de los Hoyos.
Todo este pedir y rogar viene de muy, muy atrás. Pedir a los Santos un buen casamiento, pedir que nos hagan colisionan con el salvífico amor, con el mejor amante, es algo muy arraigado en el acervo de esta Sierra de Gata. En esta Villa de los Hoyos, siempre se ha pedido este favor sobremanera, a la antiquísimia talla de María, imagen que vino con las batallas, que llego a los Hoyos expulsando moros, Virgen de reconquista.
Es una Virgen de campaña, es una Virgen de pequeñas dimensiones, Virgen de astures, navarros y vascones, Virgen a la que profesaba una gran devoción el Ducado de Alba. Es una talla que desde el origen de la Iglesia de los Hoyos, ha presidido siempre el altar mayor. Entre nubes y querubines está hoy en el centro del catedralicio y churrigueresco altar, flanqueada por San Ramón Nonato y San Bartolomé y su terribilidad.
A  esta escultura en madera policromada de la Virgen del Buen Varón, se le pedía valentía, se le pedía la dicha de que nos traspasará el dardo del amor profano, se le pedía que nos logrará el mejor amante posible, se le pedía un amor valiente, que nuestro amor amante fuera un hombre aguerrido y clemente.
María del amor ferviente, del febril amante, del solicito compañero que nos ilustra con caricias el Cantar de los Cantares.
También, uno se encomendaba en las manos de Nuestra Señora del Buen Varón, para perpetuar con el mejor, con el Buen Varón, un linaje. Se buscaba con su amparo, al mejor heredero de nuestra sangre, al hombre audaz, al buen hijo y esposo, al perpetuador de la estirpe, al emprendedor que buscara fortuna incluso allende los mares, y que cumpliera escrupulosamente con las leyes de la Santa Madre Iglesia y  con las normas de la casa matriz de sus ancestros, y que por ende diera venturosa descendencia al solar y al blasón patrio y familiar.
Buen Varón, dos palabras que definen la felicidad de una estirpe. María del Buen Varón, una advocación mariana, que desde el siglo XIII y desde la telúrica y mágica Iglesia de la Villa de los Hoyos, obra milagros y empareja a quien se lo pide, con el mejor amor posible y con la descendencia más aguerrida y conveniente.

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