Atrapado por las verticales paredes del valle en uve de las catástrofes.
La última infancia no va a nacer.
Las impías madres no los parirán.
Serán malparidos en las cunetas, en los recodos oscuros de los subterfugios legales.
Se privará al mundo nuevo de los engendrados e irrepetibles bellos seres.
Tal diezma atroz un precio altísimo exigirá.
Vientre agrios que por fornicio y sin cauteles asesináis ángeles como pretendéis rendir cuentas con las manos ensangrentadas al Altísimo.
Que no os cieguen los caducos brillos hedonistas.
Que no os impidan ver más allá de la inmediata bajeza.
Son los ángeles los que con su aleteo alejarán el horizonte de ruina.
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