En la portada románica donde llora la virgen que ha perdido al varón.
Allí también he ido a llorar yo.
Bajo las arquivoltas que proporcionan marco, pero ningún amparo.
Es el precio del abandono, llorar con rabia, pero con el honor intacto.
Mañana mejor que hoy, y pasado mañana mejor que mañana.
Hay plazas que solo se rinden una vez.
Y no hay que rendirlas al impaciente, el que a cambio nada oferta.
Llora la virgen la perdida, pero otros días nuevos vendrán.
Otros días y otros varones y entre ellos estará el buen varón.
Rey de mi ciudadela, rey al que rendiré mi honor.
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