Si no magnificamos lo pequeño, que vida más pobre llevamos.
Perdemos la vista en el horizonte, esperando ver venir cosas grandes.
Perdemos de vista los detalles de todo lo que acontece a nuestros pies.
No vemos a los pequeños gorriones que se posan en nuestro balcón para decirnos que perdemos días enteros mirando a ultramar.
No vemos a las laboriosas hormigas que construyen imperios debajo de nuestros pies.
No vemos al que a nuestro lado nos quiere besar y se derrite esperando uno de nuestros besos.
Del horizonte azul no nos llegará ninguna sirena, ni ningún navío cargado de oro.
Y si por casualidad por el horizonte lo viéramos venir, no seria ni nuestro navío, ni nuestra sirena, porque los trofeos son del que corre, vuela o nada y los va a buscar.
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