Respiro hondo el aire vulgar de la calle y me empapo de su miseria.
Miseria que camina entre tufos de colonias borrachas y macerados sudores de fornicio.
En la crisis proliferan los placeres fáciles.
Prolifera la amasada carne de drama.
Prolifera la carne de cañón que corre tras el botín que proclama la arenga.
Carnes perecederas y prescindibles.
Hormigas obreras, ejercito de hormigas.
Que irán cursando altas y bajas sin que nadie importante lo perciba.
Nada cambia en la calle y en la calle tras la revuelta no cambia nada.
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