Si la belleza fuera consciente del embeleso que provoca, dominaría el mundo desde su candor y esclavizaría al avispado que busca la frescura de unos pastos que por natura le son negados.
No hay mayor placer que gozar entre iguales, cándidos con cándidos, y los avezados embaucadores que aprendan a gozar con sus iguales.
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