Perdemos la vida persiguiendo amores que no nos quieren.
Idealizando charcos turbios que deseamos como vírgenes y claros estanques.
Perdemos la vida asediando torres que ningún vasallaje nos rinden.
Renglones de otros, folios nada limpios, repletos de tachones.
Perdemos lozanía amando a quien tiene otro amado.
Flores que se descomponen en salones ajenos,que se marchitan y deshojan sobre otros verticales pianos.
Perdemos la vida y perdemos fiestas, fiestas propias donde nada renquea porque el mobiliario está intacto.
Arena querida, en las manos de otros, bombones que se derriten tras haber sido por otros desenvueltos y mordisqueados.
Cenas frías que mil veces nuestro amor tenaz ha recalentado.
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