La caricia de las manos de mármol.
La dureza de ser un ser delicado.
Permeable a la tragedia.
Maldición de débil.
De sobrio que busca la destrucción de estar ebrio.
Morir en los brazos imperfectos de los aturdidores placeres.
En los rincones que me deja libres el escaparate de la moral.
Son muchos los que mecen mis pesares.
Pesares de sincero, pesar de distinto.
Pesar de pieza que sin presión en ningún hueco encaja.
No soy un mercenario.
Libro esta guerra ante tantos espectadores que de mis tormentos no me libran.
Me ahoga la arena de muchas playas.
Son tantos los mares de vuestras bagatelas, de cristalitos romos.
Todo termina pulido y el diferente con vuestra indiferencia mortalmente herido.
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