Rumbo de mar.
Evitando escollos de alma negra.
Yo soy el que se golpea y maltrata con los pensamientos de catástrofe.
Negados turquesa, por la obstinación de mi mente y sus malos augurios.
Muero en la impaciencia de los paisajes que huyen.
En la imposibilidad de frenar mi pensar incoherente.
Me balda perder el sabor de tu liento.
Soy un enfermo de ausencia que pierde el litoral.
Viajo al matadero perdiendo la belleza de los capítulos.
Perdiendo el coral, porque solo tengo en la mente el temido patíbulo.
Rumbo a la mar.
Por el camino de las heridas pizarras.
Por los camino negros de humeante asfalto.
Es el azar, el que calcula, el que me desestabiliza.
Rumio tragedias y consiento con ello que mi calma se mastique en sus fauces.
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