sábado, 24 de diciembre de 2016

La ira de la hiena


La ira no construye proyectos,
no materializa progreso,
no aglutina voluntades,
no arroja luz sobre las ángulos oscuros
en los que urden maldades y robos los amigos en sus contubernios.
Alas de cuervo cobijan a la alimaña
que se recuece en alcohol,
a la hiena añosa y pestilente que tira
los últimos cartuchos de una sustraída catana.
Papo ebrio, de pesares turbios y tufo sacrílego,
dama desnortada por los miembros erectos y inalcanzables,
turgencia intocable para tan cocainómano esperpento.
Esperpento que ve pasar trenes,
sin tener billete,
sin tener razón,
sin tener ni ética,
ni moral,
ni principios,
ni estética.
Fulana cuartelera de dehesa boyal,
de camino de erizos sin castañas,
de castaños que quizás no vea ni crecer.

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