sábado, 17 de febrero de 2018
Turba de malhechores
Que grande es el ego del mediocre.
Las infulas de la zahinidad son estratosféricas.
Extemporáneas zorras que niegan la evolución.
Gregaria es la maldad, gregarios son los baladrones y su insana codicia.
Sin lustre se florea el ramplón por las calles de barro, por la calles traseras, por las calles donde habitan los atormentados por la envidia y su estela de dolencias.
Con ritmo de adagio transcurre la reglada justicia, el cobro, del rápido delito de Barrabás, de las amorales acciones del vulgar.
Regidor que escaló a la cima, por el atajo del vulgar fornicio.
Es el terreno propicio, el hambre de la negada preeminencia, donde germina la angustia del que entierra talentos y roba frutos de diligente.
Nada me corroe, nada me empaña, nada opaca mi brillo, a pesar de la turba de malhechores electos, votados por sus iguales, iguales en falta de dignidad y en miseria.
El que nada brilla, todo brillo hambrea.
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