El amor se encomienda al sigilo.
El sigilo busca la penumbra.
Busca la pasión,
la mano que le proporciona caricias.
Somos fáciles, resortes muy fáciles,
que flotan o se hunden,
a merced de un viento casi insignificante.
Busca la vida esquivar penurias.
Busca el vivo,
dormir sobre el tórrido amante.
Encuentra el que busca,
abrazos fáciles.
Y se pierde en la selva,
en la que todo distrae.
El amor mueve el mundo,
y en ese movimiento de recodos,
pierde, enreda y distrae.