Anclar ideas, aprendizajes con lagrimas de colores.
Recorrer vados construyendo puentes de esmaltes azules.
En el centro del triangulo enterraré la crisálida.
Protegida por las esquinas de la trinidad.
Es mi encierro un esfuerzo y me fuerza a mudar.
Seré un ser alado que sorteará precipicios sin apenas pensar, sin apenas sufrir.
Paseillos expuestos.
Paseillos donde quieren que te expongas.
Testas coronadas expuestas a las burlas.
Burlas de inferior.
Que infiere daños a priori, sin escuchar defensa.
Que fácilmente condena.
Él que el destino ha condenado. .
A no portar jamas corona sobre su testa.
Hay que tener raíces para volar.
Hay que tener cimientos para poder construir.
No acarrees edifica con el material a pie de obra.
Con la materia prima de tu suelo, de tu sangre.
Hurga en tus entrañas y saca de ella la inspiración, la fuerza.
No tienes que ser nadie, tienes que ser tu.
No hables de nadie, habla contigo.
Y quizás seas algo, como es algo, él que envidias.
Esquinas donde no ha entrado nunca una escoba.
Esquinas que nacieron sucias.
Esquinas donde no llegan ni las corrientes de aire.
Esquinas que envidian al centro del salón.
Y al envidiar acumulan aun más mierda.
Amigos que hacen que estés presente en la ausencia.
Que torean por ti peligrosos toros mansos.
Palabras de animo lanzadas al viento para que el viento las lleve a mis manos.
Batallas que saben que no ganaré solo.
Vítores que me harán ganar la batalla.
La belleza es caduca.
La elegancia es eterna.
Al margen de vaivenes.
De las tendencias.
Es atmósfera de la corrección.
La atmósfera de lo incorrecto.
Imperfecciones elegante.
Defectos magnéticos.
Que no son patrimonio del bello.
Imán de costuras rancias o demasiado futuras.
En los elegantes salones siempre estan los atractivos elegantes.
Es la belleza una grata sensación que persiste aun cerrando los ojos.
Armonía que regala serenidad y deseos de anexionar y poseer.
Conquistador de belleza, coleccionista de armonía.
Si os hubieran intentado dibujar mal, no habríais salido peor.
La naturaleza para horror y espanto del mundo creando monstruos cada día se supera.
Azufre en los balcones donde tendéis los cobertores que hieden a sudor y a sucio fornicio.
Papos llenos y saciados de delitos que eructan rencores de cuna zafia.
No os mete en cintura ni el corsé de hojalata.
El único remedio es enquistaron, como el organismo enquista un maligno tumor.
Casas fumadoras inciensan el aire seco y lleno de sol.
Trinan en los cables los teloneros del día.
Madrugada abierta de horizonte.
Brilla el verde acanto que es en su frescor alimento de caracoles.
Ya llego el día entre gatos y perros.
Y esquilas de ovejas que pastan en los olivares.
Tremenda pataleta monto la gorda.
Tremendo y atronador fue el cabreo.
Alaridos de puerca entrillada.
Entrillada calumniando y robando.
Lamparillera gorrina que se cree exculpada por besarle los pies a un santo.
Hilos que distraen.
Hilos de aburridos destinos.
Hilos caminos.
Hilos de costuras de sietes.
Radiales hilos.
Como acertar entre tanto tan tentador hilo.
Temo al cazador de almas.
Ser de pies de plomo.
Escoltado por una jauría.
Me pierde el temor.
Me pierde la suspicacia.
Recelo que roza y lacera.
En vigilias mi mirada.
Arena que irrita mi iris azul.
Laguna de temores y deseos.
Charca de algas y recelos.
Estanque de profundo y turbio fondo.
Solo en la orilla.
Cercado por las hienas.
Me siento de plomo.
En la rendida vigilia.
Es mi infierno tu gloria.
Es mi caída tu ascenso.
Dependes tanto de mi.
Que eres la cara de mi cruz.
Noche de mis días.
Sombra de mi imagen.
En la sombra leen las arpías la suerte de las mariposas.
Son las vellosidades del musgo mi cálida cama.
Degradan la dura roca para que florezcan amapolas.
Sones de barcos que vuelven de la batalla que azuzo lo sibila necia.
Puentes de palo unen riveras.
Riveras enfrentadas por disputas viejas y desdibujadas.
Te pediré la mano a gritos en el recodo de aguas arriba.
Donde se que no me oirá tu padre.
Amores sin alas.
Amores sin cama.
Amores de rió.
Amores que se juntaran en la mar.
Donde el rió a la hora de morir recalará.
Siento al deslizar mis yemas por tu piel que acaricio tu alma.
Debajo se esa suave delicadeza esta el latido feroz de tu pecho.
Ruge nervioso con mi proximidad.
Proximidad de comunión.
Roce que lacera y quema mi ser.
En el desorden de sentir con mis manos tus divinas entrañas
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