viernes, 7 de febrero de 2014

El baldío

Como acotar el baldío.
Portillos que descierran el campo.
Bancales que en la ruina se rinden al terraplén.
La cabra tira al monte.
Y el monte se cierra en maleza.
Se desrotura el monte.
Se llena de escobas, jaras y zarzales.
El monte se desata. 
El monte se desrinde.

La rutina

La rutina es más fuerte que la vida.
Bosque de rutinas que seguirán sin nuestra presencia.
Ritmos que acontecerán en nuestra ausencia.
Nada para para verte llegar.
Nada para para verte ir.
Nada para aunque tu ya ni estés aquí.
Inmutable rutina.
Indolente rutina.

Para siempre

Para siempre no significa dejar de vivir.
Para siempre solo es vivir lo elegido.
Es vivir la intensidad del amor.
Es elegir el centro, entorno al que por amor gravitar.
No se puede girar entorno a varios planetas.
El amor es tener un único sol.

El acoso

Sobajea el papel de su éxito la sucia garduña.
Carta vendida al populacho.
Al griterío de la mentira.
Al miedo al asalto.
Al acoso, al sitio,  al cíngulo de manos grasientas que blanden hachas.

Camino de brasas

Linchamiento a quien habita en la cúspide.
Arenas movedizas en la base con voracidad de chusma.
Escarnios de vértigo.
Cauces de ríos modificados en dolo.
Canino de brasas por el que es imposible con la cabeza alta caminar.

Mi ventana a los huertos

Es mi hoy una ventana a los huertos.
Un contemplar la sencillez de la vida.
Bandadas de verderones que esperan la comida de mis perros.
Gatos hambrientos que se vuelven lustrosos visitando mi casa. 
Naranjos colmados de naranjas, parras desnudas y hortensias que se van llenando de yemas.
Hermosamente sencillo es mi horizonte, la enorme palmera y las desmanteladas ruinas de musgo del Espíritu Santo.

Amigo del viento

Soy amigo del viento.
Del viento que acaricia sin permiso lo que desea.
Amigo del viento que indiscreto entra, desordena y lee papeles.
Amigo del viento que calma el sofoco del ansioso amante.
Amigo del viento que libre hace y deshace y luego viene y me cuenta.

Carne de rojo salón

Me amparo en la niebla que cierra el valle.
Me desordeno en las guerras del alma delicada.
En la aniquiladora capacidad para sentir la violencia.
Me retumba en las sienes el llanto lejano.
El sentir que en cerradas alcobas, se priva de la bella vida a los ingenuos que cayeron en las malas redes.
Carceleros de baratos amores, de sórdidos deseos, de violentos placeres.
Sinos de vidas perdidas en burbujas de asco y usura.
Negocios fáciles donde no se planta nada, se recoge un fruto crecido.
Con el engaño de una vida mejor.
Que deriva en una vida aturdida en los mundos narcóticos.
En el olvidar quien fuiste y en el no esperar ya nada, salvo el manoseo del asqueroso hoy.

jueves, 6 de febrero de 2014

Asestar

Bajo el dosel del deshonor.
Baldaquino de miserias.
Helicoidal asciende el sahumerio de perdones.
Misereres de verdugos bufones.
De sarasas locas aturdidas por la neblina de la santidad.
Adobando maldades estan las manos que estrangulan trinos.
Sin vacilaciones enristran la lanza de la envidia nata.
Desearía tener la fuerza para coger una estaca y asestar el golpe que ponga a esta historia el punto final.

El aire lo impide

Me gano el cielo entre brumas y cicatrices.
Arpones que por amor frena el viento.
No me alcanza el bronce que me lanzan fúnebre.
No me hiere la mano fiera porque el aire lo impide.
Lo etéreo rinde al hierro.
Al hierro lo etéreo rinde.

El socavón de la deflagración

Chirría el cerrojo de mi cárcel de anacoreta al cerrarse.
Para meditar no necesito oropel.
No me cierra la cárcel, me protege de la garganta ansiosa.
Mi mundo habita en mi, donde yo voy va él.
No es esta mi última morada.
Para las huestes de insaciables sí.
Nacer, vivir y morir en el mismo sitio, para solo dejar en él, el socavón de la deflagración.

Feriantes bombillas

Esperando el turno de paredón.
El tiro de gracia.
Triunfo de la desdichada glotonería.
Premio a la más abyecta indignidad.
Se desvanece en el ensangrentado suelo el firmamento de verdaderas estrellas.
Y en ramplón alarde se sustituye por un techo raso de cañizo plagado de feriantes bombillas.

Llora el tejado goteras

Arroyos paralelos de torrencialidad.
Peina el tejado a la lluvia y doma su fino pelo en rayas.
Cascadas que en estrépito al llegar al suelo se estrellan.
Agota la lluvia al tejado que de peinar sus cabellos se cansa.
Y en el cansancio llora goteras en el desván de mi casa.

Velas desplegadas

Esclavo del amor, del tormento de amar.
De la tormenta que es amarte.
Velas desplegadas en el vendaval, con el ansia de sentir sin medida.
Sin medir el riesgo del desmedido amor.
Sin pensar que las horas futuras existen.
Apurando en furia el segundo de hoy.
Ciego de amor voy tras de ti, a por ti.
Nada me colma, nada me llena y tras el galope febril me vació y deseo otra vez estar de ti lleno.

Séquito de pequeñesces

He abandonado mi séquito de pequeñeces.
Me he desprendido de las alfileres que me inmovilizaban. 
He partido al destierro sin carga.
He partido sin bocado, sin albarda.
Libre voy sin la corte de numerosas presencias.
Libre estoy en la corte de ausencias.
Castillo vacío que llenarán mis sueños.
Reino vacío por el que camparán mis perros.