Es la bravuconada un alarido que me espanta.
Me cimbrea el tono amenazante del animal humano que gruñe rabioso.
Del ser inferior que diezma soles en la cúspide.
Del engendro de la mano de Dios que aniquila salvaje las joyas divinas que siembran la tierra.
Me horripila el hermano que siento lejano como bicho virulento al que yo también estorbo.
martes, 18 de marzo de 2014
Que desgracia tener una esponja por corazón
Que desgracia es tener por corazón una esponja que de todo se empapa.
Caja torácica herida a todas horas.
Porque a todas horas alguien sufre.
Porque a todas horas hay algún perro que de dolor injusto llora.
Caja torácica herida a todas horas.
Porque a todas horas alguien sufre.
Porque a todas horas hay algún perro que de dolor injusto llora.
Árida, bella e hiriente
Me marchito en el depender.
En el jardín de rosas prestadas que siento mías.
En el último banco donde en silencio rezo a un Dios que no es iracundo.
Me mece un río turbio de inconfesables deseos.
De notas congeladas que ayer quemé.
Zahorra nívea de cuarzo lechoso, árida, bella e hiriente.
En el jardín de rosas prestadas que siento mías.
En el último banco donde en silencio rezo a un Dios que no es iracundo.
Me mece un río turbio de inconfesables deseos.
De notas congeladas que ayer quemé.
Zahorra nívea de cuarzo lechoso, árida, bella e hiriente.
Acurrucado
Si hubiera prosperado el incendio, sería la claridad un alivio de luto en estas escarpadas crestas.
Huyo de la tristeza y me cargo de rutinas que en su esclavitud me impiden pensar.
Si fuera ciego que de lagrimas dejaría de ver, dejaría de llorar.
No vivo solo y con ello cargo, con la pena del otro que me empapa y entumece como si fuera mía.
Lastima que la cara valentía no esté a mi alcance, para armado con ella librar la última batalla y descansar en el cementerio del valle.
Son espinas tus quejas, son llagas en mi cuerpo tu sangre.
Soy niño acurrucado y triste que siente el grito como gélido viento de inhóspita cumbre.
Huyo de la tristeza y me cargo de rutinas que en su esclavitud me impiden pensar.
Si fuera ciego que de lagrimas dejaría de ver, dejaría de llorar.
No vivo solo y con ello cargo, con la pena del otro que me empapa y entumece como si fuera mía.
Lastima que la cara valentía no esté a mi alcance, para armado con ella librar la última batalla y descansar en el cementerio del valle.
Son espinas tus quejas, son llagas en mi cuerpo tu sangre.
Soy niño acurrucado y triste que siente el grito como gélido viento de inhóspita cumbre.
domingo, 16 de marzo de 2014
El sillar caido
Tendido sobre el gran cuarzo lechoso.
Esperando la luna nueva.
Las raíces de la incipiente primavera.
Busco la asimetría del sillar caído.
El mal acomodo del sillar desechado.
Plenitud en el muro de mampuesto.
En la noche cerrada te buscaré sitio.
Hueco en el muro de los perfectos.
Pero hoy noche de luz.
Danzarás conmigo escabroso.
Y nos regocijaremos en el placer del callejón de los sillares torcidos.
Esperando la luna nueva.
Las raíces de la incipiente primavera.
Busco la asimetría del sillar caído.
El mal acomodo del sillar desechado.
Plenitud en el muro de mampuesto.
En la noche cerrada te buscaré sitio.
Hueco en el muro de los perfectos.
Pero hoy noche de luz.
Danzarás conmigo escabroso.
Y nos regocijaremos en el placer del callejón de los sillares torcidos.
Ya llego la cigüeña
Ya llegaron las cigüeñas pateñas para reinar en lo alto de las torres y las peñas.
Ya llegaron para furtivas acarrear detritos de progreso al campanario.
Plásticos, lonas, telas y cuerdas para anudar el estandarte de nuestros campos escombreras.
Ya hondea en la torre el cortinón ajado y el crespón de luto, de un monte sucio obra de un humano necio y desalmado.
Ya llego la cigüeña a airear el dolor del bienestar y toda su estela de miserias.
Ya llegaron para furtivas acarrear detritos de progreso al campanario.
Plásticos, lonas, telas y cuerdas para anudar el estandarte de nuestros campos escombreras.
Ya hondea en la torre el cortinón ajado y el crespón de luto, de un monte sucio obra de un humano necio y desalmado.
Ya llego la cigüeña a airear el dolor del bienestar y toda su estela de miserias.
sábado, 15 de marzo de 2014
El circo del deseo
Un golpe de trueno en el pecho.
Un relámpago de ceguera de fascinación.
Un temblor en la mano.
Y el picor en la garganta que me impide decir, te amo.
Que complicados son los pasos en los precipicios.
En el alambre del circo del inarticulado deseo.
Un relámpago de ceguera de fascinación.
Un temblor en la mano.
Y el picor en la garganta que me impide decir, te amo.
Que complicados son los pasos en los precipicios.
En el alambre del circo del inarticulado deseo.
No peca quien sobre la mancha pone luz
Se ofenden las sombras porque no irradian luz.
Pataletas de gorilas que traen consigo la niebla.
No ofende quien retrata, no peca quien sobre la mancha pone luz.
Pataletas de gorilas que traen consigo la niebla.
No ofende quien retrata, no peca quien sobre la mancha pone luz.
Microherido
Es la microviolencia, intima, privada, sin marca.
Alfileres en el corazón. pequeños pinchazos por los que se sangra poco, pero se sangra.
El pequeño daño hunde grandes navíos.
Pero los hunde sin que nadie se percate que el navío estaba herido.
Llora y grita como si te mataran si estas siendo microherido.
Alfileres en el corazón. pequeños pinchazos por los que se sangra poco, pero se sangra.
El pequeño daño hunde grandes navíos.
Pero los hunde sin que nadie se percate que el navío estaba herido.
Llora y grita como si te mataran si estas siendo microherido.
Viajes de luz
Sol que no quieres irte a dormir, cuanto te quiero.
Sol que secas colores de invierno y pintas con flores los secos charcos.
Sol de tarde dorada y de urracas que capturan brillos para adornar su nido.
Una semana de sol, una semana de circo y de viajes de luz.
Sol que secas colores de invierno y pintas con flores los secos charcos.
Sol de tarde dorada y de urracas que capturan brillos para adornar su nido.
Una semana de sol, una semana de circo y de viajes de luz.
De arlequín funambulista
Yemas de dedos progenitores que en la caricia modelan cuerpos.
Sollozos que en el color se duermen.
Me destrozaré las uñas arañando el blanco de ausencia.
Domando la fiera herida que en rojo violento dibuja sonrisas.
Voluptuoso carmín de ángel circense.
De arlequín funambulista que con paciencia sobre un alambre vence abismos de conflictos.
Son ojos de océano, azules de ultramar, los que dicen que en mi no habita la cólera.
Sollozos que en el color se duermen.
Me destrozaré las uñas arañando el blanco de ausencia.
Domando la fiera herida que en rojo violento dibuja sonrisas.
Voluptuoso carmín de ángel circense.
De arlequín funambulista que con paciencia sobre un alambre vence abismos de conflictos.
Son ojos de océano, azules de ultramar, los que dicen que en mi no habita la cólera.
viernes, 14 de marzo de 2014
En lo romo del mar
No me esconderé en el silencio.
No sellaré mis labios con un beso de Judas.
Brotan los robles de mi sangre.
Tierra que araron los míos.
Sarpullido de color nacido de las fértiles lagrimas de invierno.
Seré un niño grande y valiente.
Aunque no se lo que voy a encontrar en lo romo del mar, no me callaré.
No sellaré mis labios con un beso de Judas.
Brotan los robles de mi sangre.
Tierra que araron los míos.
Sarpullido de color nacido de las fértiles lagrimas de invierno.
Seré un niño grande y valiente.
Aunque no se lo que voy a encontrar en lo romo del mar, no me callaré.
jueves, 13 de marzo de 2014
Marchitarse en la maleza
El dolor de marchitarse entre maleza.
En los largos días de viento.
En los entierros de otros.
En los bares que huelen a lluvia y a puchero.
En los largos días de viento.
En los entierros de otros.
En los bares que huelen a lluvia y a puchero.
Sed de ti
Es mi libertad estar a unos pocos metros de ti.
Eres mi epicentro, eres el magnético planeta entorno al que voluntariamente giro.
Norte de caricias, horizonte de besos.
Mañanas de almíbar y día de eterna sed, sed de ti.
Eres mi epicentro, eres el magnético planeta entorno al que voluntariamente giro.
Norte de caricias, horizonte de besos.
Mañanas de almíbar y día de eterna sed, sed de ti.
La coraza del miedo
La coraza del miedo, del miedo a perder.
Del miedo a que vean nuestro blando interior.
A que vean que somos vulnerables y en nuestras entrañas late un corazón indefenso.
Coraza que hace torpe el afecto, que hace torpe e insípido el amor.
Por un amor rendido y sin coraza, de puertas abiertas hasta el rincón más intimo del salón.
Amor de entrega y luz, donde sobre nada hay sombra, donde el defecto y falta también están a la luz.
Del miedo a que vean nuestro blando interior.
A que vean que somos vulnerables y en nuestras entrañas late un corazón indefenso.
Coraza que hace torpe el afecto, que hace torpe e insípido el amor.
Por un amor rendido y sin coraza, de puertas abiertas hasta el rincón más intimo del salón.
Amor de entrega y luz, donde sobre nada hay sombra, donde el defecto y falta también están a la luz.
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