En el caudal de las inexistentes sirenas.
Las de los cantos seductores como la noche.
Noche donde el alma blanca se pierde.
Me bañaré bajo la luna santa de la semana de duelos.
En las aguas de los siete puñales.
En el naciente de las aguas de zarzas.
Me bañaré para quitarme las costras de las pedradas de amigos.
La roña que se me pego en la ciudadela de fachadas.
Casas fuertes huecas que nada digno guardan.
Casas de mercadeo y negocios sobrevenidos.
Me lavaré los pies para deshacerme de todo tu polvo.
Polvo y motas que ya no son mi presente.
Me bañaré y se diluirá como un terrón de azuzar la memoria de la ciudadela ausente.