Brisa fresca en el páramo sofocante.
Sus besos me construyen.
Sus palabras me calan.
Son sus manos el mortero que liga mis segundos.
Son ellos los primeros en desfilar por mis sueños.
Son pan, sal, azúcar.
Son y ellos saben quienes son.
En la mirada nos reconocemos.
En el silencio nos entendemos.
Amigos de miel que voláis prestos cuando me veis molesto.
No solo lloro a solas, también en el hombro de ellos lloro.