Cuando el amor decide calcinar la belleza.
Destruir el templo para aniquilar el alma.
Mostrar su poder con la huracanada maldad.
Solo la mano cercana hace tales estragos.
Ácidos besos de posesión que queman la piel.
Amores que deciden por dominio convertir la belleza en algo grotesco.
Pero tras el rostro herido sonríe la inocencia.
Porque hay reinos que no son de este mundo.
Porque hay gemas que no se pueden poseer.
El hombre que por amor arrasa, ni es hombre, ni siente amor.
Desgraciados los que están convencidos de que van sobrados de luz.
Y niegan que también poseen luz los demás.
El Cesar tiene luz, pero tiene mucha más luz el denostado Dios.
Cual es la receta para adivinar la verdad.
Exquisita educación que tan tempranamente nos enseñas a mentir.
Será el instinto el único cauce.
Abandonándome a él, podre intuir el desorden que esconde tu fachada de orden.
En ninguna corriente nado.
No nado en ninguna corriente.
Resbalar es un instante.
Nunca resbalar es un estado permanente.
Para levantar el puño, un camarada te tiene que haber tirado previamente a los ojos un puñado de sal.
Ojos dolidos, enfurecidos y enardecidos.
Corriente de ceguera, aglutinada en la visión sesgada.
Mundo de miradas de sal.
Saldrá la marea cegada en el alarido de cuartel a arrasar los cauces preexistentes.
Cauces que sirvieron para embalsar el ciego torrente.
Pierdo alfileres sin hilo en el pajar de azúcar.
Hago naufragar palabras punzantes en los mares de miel.
Endulzo sinsabores con exquisita destreza.
Bajo una dura costra de caramelo protejo mi alma.
Más capto el amargor a pesar de tanto artificial dulzor.
Como voy a desear yacer al lado del agresor de mi mansedumbre.
Soy muy feliz en la distancia.
Lejos de las manos que aun lavadas y perfumadas siguen oliendo a sangre.
El entierro de mi amor ya no es secreto.
Lo que llore con su muerte tampoco.
Si quiero algo lo cojo.
Pero a mi no me coge quien yo no quiero.
No es talento mi presente, es solo valor.
Vivimos tan aquerosamente deprisa, que nuestras cunetas están llenas de cadáveres.
Mañana nosotros seremos uno de esos cadáveres.
Victimas de un desapego institucionalizado.
Que solo cuida las frases.
Frases correctas y huecas que vibran lesivas en el frío aire.
" Yo, ya me he muerto y sé quien me ha llorado. "
El olvido es la peor de las muertes y llega en vida.
La vejez es descuido y olvido.
Y en la presencia y la ausencia de los llamados queridos, en esa última etapa, se mide quien te va a llorar.
Me desfogo el la machacante música.
Música ancestral de ultimísimo hoy.
Latir extrínseco que rinde mi fiereza.
Domado ya, puedo seguir existiendo en estos días sin gloria.
Alejados de la claridad nos perdemos en los laberintos de la aracnofobía.
Estanques turbios donde pesca aplausos el mediocre.
Perdemos la grandeza intrínseca en los caminos de cabras de los gurus de la tribu.
Como no fugarse por el extremo de la enconada salida.
Elitista y remoto es el mobiliario de mis días.
Elitista e incomodo como todos los sinsentido repetidos hasta estar marcados a fuego en la pagina en Blanco del ideario de vida del púber.
Somos más biología que el ruido de las soflamas contradictorias.
Sin entusiasmo nos entregamos a la causa edulcorada de la aniquilación.
Nada hay de elevado en los días de mínimo denominador común.
Son ríos sin entusiasmo los que arrastran, hasta bloquear el cauce los troncos de los árboles muertos.
Era de zonaciones predeterminadas por élites remotas de falsa sofisticación.
Banderas prescritas que el necio hondea en su orfandad artística.
El hombre hoy sin el virginal arte, es cántaro roto, que está roto desde el primer segundo después de nacer.
Paginas blancas llenas de zafios e intencionados borrones.
Divide y vencerás, una vez dividido ya has vencido.
Condenado al ostracismo por proclamar la verdad.
Autoritarios disfrazados de humildes.
Terremotos de mediocres que derriban elevadas construcciones.
Hay tantos falsos soles que embaucan perdidos satélites.
Feliz en el exilio.
Feliz orbitando entorno al sol que el mediocre te impide ver.
Nada bajo el sol ocurre por casualidad.
Todo ocurre por una causalidad.
El fin determina el camino.
El camino se traza con un fin.
Solo los borregos al servicio de un fin, son pastoreados por no elegidos caminos.
Ningún borrego camina por sendas sin fin.
Retahíla de palabras de maltrato esputadas entredientes.
Cómo podría cobijarme del dolor.
Atrincherarme de la babeada metralla.
Infectos plomos de clarísimo fin.
Socorre Dios mio, al que en la corriente helada de las calumnias te clama.
Al que ya no es blanco porque el rijoso cruel ha enlodado.
Envidia el cuasi igual al que, las décimas de estar en la cumbre encumbran.
Solo sin torres todo es raso en el llano.
Peones que sueñan con ser reinas.
Caballeros que se amanceban con alfiles.
Con el futuro más que encontrar, perdemos tesoros.
Valora poco el futuro el logro, porque con facilidad de él se deshace.
Esconder tesoros, es esconder talentos, que ni rinden, ni en el juicio final cuentan.
No escondas, porque el mejor escondite del brillo es la luz.
Es la claridad la mejor envoltura del tesoro.
En las alturas es donde nadie roba, porque nadie camina mirando al cielo.