sábado, 11 de octubre de 2014

Ángeles desalados


Es un oficio triste pero frecuente,
Cortar las alas a los pequeños ángeles. 
Para crear un mundo de vulgar uniformidad. 
Y lo peor es que las encargadas de cortar esas alas son las amantisimas madres.
Puede más el temor al estigma.
Que la certeza de que el mundo lo cambia el diferente.

Maledicente

Es tan maledicente la envidia.
Es mano que en el rascar extiende sarna.
Es caricia de lepra.
Es tan ciega que cree que hundiendo honras.
Borra la treta de su deshonra.
No se calumnia a la sombra.
Solo se lanza lodo a la pared encalada.
Solo se calumnia a la luz que nos ensombrece.
Al que camina delante.
Al que seguimos por atajos ansiando su paso.
Pero enredados en el circulo de robar.
Olvidamos que lo amputado nunca será muestro.
Tras calumniar ningún brillo nuevo se posee.
Porque los brillos nunca los heredan los envidiosos.
El enfermo futuro del envidioso, es mañana volver a calumniar y a envidiar.


Puñados de sal

Cayó la sal en la herida del doliente.
La llevó la mano del consuelo.
Envidia que enlutada acude a los duelos.
En el bosque del amor hay tanto árbol falso.
Tanta sombra de penumbra.
Tanta mano que con premura enjuga lagrimas de risa.
Tantos que se ríen de desgracias.
Tanta vida vacía que se llena y reconforta en la pena ajena.
Tanta mano amiga, que acude con puñados de sal, para provocar escozor en las abiertas heridas.

Proezas en ultramar

Los méritos del trampero.
Tela de araña que enjoya el roció.
Guirnalda de flores que esconde un lazo.
Hay que aprender a verlos venir.
Entre la fanfarria de frases prestadas.
Entre certificados y abales de proezas lejanas.
Urdimbre de victorias en ultramar.

Albedrío

Será el albedrío del valiente.
Arbitrio de vencedor.
No rige designios el derrotado.
No sigue ocupando los palacios el que huyo.


viernes, 10 de octubre de 2014

No todos están contigo

La desfachatez de los que se arriman a las ascuas.
Y hacen de su calor algo privativo.
Pescadores de réditos.
De aplausos de arena.
Del oleaje del irritado mar.
El dolor no es uniforme.
Es una quimera uniformar el dolor.
Uniformar la satisfacción.
No todos están contigo.
Pero no todos están contra ti.
Incluso hay corrientes en las que no existes.

Vestidas de domingo

Trataré a lo efímero como efímero.
Trataré a lo eterno como eterno.
Que no os ciegue la mentira vestida de domingo.
No es ella el sillar del futuro.
Sobre la mentira nada se puede construir.
Puedes incluso confíar hasta en las verdades ocultas. 
Porque la verdad es firme y no se puede desmontar.

De grueso pico

Tras tanta infiltración a uno le pesa el hocico.
Belfos caídos.
Morros hinchados.
Bembas coloras.
Tanto más es más que vulgar.

Verbos para causar dolor

Cuando las palabras matan.
O empujan al precipicio en el que tras despeñarse.
Uno sabe que va a morir.
Dardos del verbo. 
Verbos envenenados.
Verbos para causar dolor.

La cárcel de los desorientados amores

La libertad también es una cárcel.
Una cárcel de margenes difusos.
Una insatisfacción que persigue lo que no se posee.
Y olvida disfrutar lo que se tiene.
Una cárcel de buscadas colisiones para menguar la libertad del otro.
Una cárcel que busca derechos en el pedregal.
Y a base de tanto buscar hace menguar las obligaciones.
Es la estrategia de enfrentar los derechos de unos y otros.
Olvidando que la libertad no crece en el robo.
No crece en la usura.
Ni en la superioridad moral.
Ni en la gloria de la casa matriz.
Ni en la desorientada orientación de los amores.

La llamaban Sordidez

Agazapada espera sus presas en el paseo del príncipe.
Victimas del hambre de entre pierna.
Sarasón de tufos densos.
Cocktail de muestras de vulgar mercería.
La llamaban Sordidez.
Curtida estampa en los cuarteles del vicio.
Sin voluntad.
O con la única voluntad de unos gargajos bien atinados.
Para que se cuele la bicha en la guarida de la flor negra. 

miércoles, 8 de octubre de 2014

Aguas arriba

El nefasto aturdimiento.
Sin brújula se va cuando te traiciona el amor.
Desconfianza que corre aguas arriba.
Desconfianza que mancha todo el caudal.
Cuando se descubre la mancha.
Queda manchado todo el amor.

Zafiedad de ciencia ficción

Se paga muy cara la cercanía de la cochambre.
Se paga caro confiar en un ladrón.
Se paga caro esperar del verdulero gestos refinados.
No endereza la trayectoria el bólido que no se quiere enderezar.
No aleja la colisión pensar que esta no va a ocurrir. 
Hay muchas cosas que ocurren y no han sido ni imaginadas. 
La zafiedad de algunos seres supera la ficción.

La alcoba infinita

Es el mal de la alcoba infinita.
Del cuerpo ajado de tanto desvestirse.
Del cuerpo que se desmorona sin la horma del vestido.
De la soledad tras la urgente contienda.
De la prisa por volver a batallar.
Astucia, tormento, hambre.
Sudor sobre sudor.
Babas sobre babas.
Nada llena el desamparado dormitorio.
Nada llena el cuerpo vació.
Transitan los sapos las escaleras del lamento.
Sabe a sapo el quebrado paladar.
Ya no es posible encontrar lo especial.
Ya no es posible dar algo especializado.
Muerde la luz las corridas cortinas.
Muerde la vida el cuerpo violentado.

martes, 7 de octubre de 2014

Sin riego no hay legado

En la nueva masa está el fermento.
Dios no existe porque alguien le defienda.
Dios existe por encima de la negación.
Negar es reafirmar su existencia.
El que nada cree, nada lega.
Dios es legado, legado de fe.
Y la fe se crece en la duda.
Y la fe se crece en los sembradores de dudas.
El que no cree y a Dios niega, deja pocas obras de caridad.
Y Dios vive y se extiende en la caridad.
Dios está en las obras.
En las obras de amor.
Amor desinteresado, pues en este mundo no persigue premio.
Amor que antepone el otro, al yo.
Fértil riego es anteponer al hermano.
Es esa la razón por la que el no credo, no es riego.
Y sin riego no hay legado.
Porque nadie quiere legar desanimo y desamor.