Convulsionamos al ritmo de la última tendencia, nos rendimos al deseo voraz y desinhibido, pensando que el mañana no existe.
Rodamos en trance bajo las luces estroboscópicas, bajo la mirada indiferente de nuestros objetos de deseo.
Buscamos una victoria que el alcohol se encargará de rebajar, meta que muta según cursa la noche.
Tiempos de promiscuos, de horas febriles, de rastreras batallas y orinada pacotilla. Nada brilla por casualidad en este mercadillo de oportunistas y oportunidades.

Hace tiempo que yo le seguía a usted, porque es imposible no seguir sus destellos. No dejé de sentir su eco, aunque me distanciase de estos fueros. Su alma de palabras, le sigue sonando afín a mis oídos descarriados. Y sí, le hablo de usted, porque le guardo un gran respeto.
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