Son caras las caricias sin calor en la nueva era y alimentan poco los reglones de las arengas de los vendidos diarios.
Soy solo viento que a nadie conmueve, que nada vence y solo sigiloso se cuela entre los farallones de miseria.
Postrimeros años de hipérboles, de sinestesias y aforismos. Todo es turbadora adversidad proclamada por bocas sucias y virulentas, aspavientos de mesiánicos salvadores, que tiran las redes para hacer su faena.
Y para más dolor desde la caja generadora de tontos, la caja de los placeres vulgares y opiáceos se aliena aun más si cabe a la rendida sociedad del sin oficio, meta y alto ideal.
Cambiamos de Era y solo sentimos que entramos en una guerra de canales, guerra de los relamidos y acicalados nuevos predicadores que en oficio de tertulias y tinieblas calientan el helador e inhóspito declive de Occidente.
Más acceso a la información, nunca sirvió para menos, más medios nunca fueron tan poco rentables, nunca tanta luz creo tanta oscuridad. Ciegos que no quieren ver, corte de cacatúas lustrosas que riegan de sal el fértil valle, que regalan sal a los sedientos, que echan sal a las llagas, que salan lo salado y crean una sensación de sed insaciable.
Hambre de vacía nada, de viciado y atrofiador alimento, hambre infecunda que tras saciarnos no genera energía ni para mantenernos en pié.