De todos es sabido que las peluquerías son las catedrales por antonomasia del despelleje, donde mucho bicho zafio va a obtener placer hurgando en las llagas ajenas a la vez que espera la cita, donde la satanesa reina del cabaret del frite y la palomita de recuero obre el imposible milagro de embellecer.
Es un oficio de tinieblas entre vahos de acetonas y ceras calientes, es una hecatombe que acontece entre fragancias de chamusquina y opiáceos permanentadores. La maldad es diestra en el manejo de las tijeras, para hacer escaleras, trasquilones y escalones, subsanados en la borracha niebla que todo lo arregla, la aturdidora laca, "la cagaste pero con mucha laca todo lo arreglaste".
Tiene mucha feligresía este mesiánico culto de adivinación y plegaria, hasta las varas de mando y su corte de viejas majorette acuden a este templo lupanar para salir ebrias de afeites, ridiculas en sus subidos rubios de potasa y adelgazadas en ritos de cavitación y centrifugado de tocinos.
La líder marimacho y espantapájaros de la oficiante, que es experta en probar potingues que de su ridículo star no la sacan, cacarea bajo el síndrome de sapo irredento maldades que achaca a su grandilocuente genialidad, " las drag somos así de malas" y es evidente que ella a parte de ser mala drag, es mala persona también. Y así como sepulcro de graja maldita blanqueado, farisea y farisaica meretriz de las oscuridades, la lupa con la que escudriña faltas, a su cara y tiparraco de chiquilicuatre no aplica.
Entre bigudies de sin gloria, la jamonera saladora de Lucifer, corta trajes, los concurse con dientes de zorra y destroza el brillo que no necesita ser alambicado porque es agua clara, no como los alcoholes de 99º que destila su mala uva.
Es un oficio de tinieblas entre vahos de acetonas y ceras calientes, es una hecatombe que acontece entre fragancias de chamusquina y opiáceos permanentadores. La maldad es diestra en el manejo de las tijeras, para hacer escaleras, trasquilones y escalones, subsanados en la borracha niebla que todo lo arregla, la aturdidora laca, "la cagaste pero con mucha laca todo lo arreglaste".
Tiene mucha feligresía este mesiánico culto de adivinación y plegaria, hasta las varas de mando y su corte de viejas majorette acuden a este templo lupanar para salir ebrias de afeites, ridiculas en sus subidos rubios de potasa y adelgazadas en ritos de cavitación y centrifugado de tocinos.
La líder marimacho y espantapájaros de la oficiante, que es experta en probar potingues que de su ridículo star no la sacan, cacarea bajo el síndrome de sapo irredento maldades que achaca a su grandilocuente genialidad, " las drag somos así de malas" y es evidente que ella a parte de ser mala drag, es mala persona también. Y así como sepulcro de graja maldita blanqueado, farisea y farisaica meretriz de las oscuridades, la lupa con la que escudriña faltas, a su cara y tiparraco de chiquilicuatre no aplica.
Entre bigudies de sin gloria, la jamonera saladora de Lucifer, corta trajes, los concurse con dientes de zorra y destroza el brillo que no necesita ser alambicado porque es agua clara, no como los alcoholes de 99º que destila su mala uva.