Rencillas que acaban en duelo.
Que nublan un firmamento claro de nubes muy breves.
En cielo que arde crepuscular, con la sangre de la oportunidad.
Es tan difícil olvidar y contener el mar de lava.
Lavas cordadas que ahorcan la razón.
El hilo de cordura que nos ata a la vida.
Domar la furia es un arduo empeño.
Atar el monstruo cuando despierta del sueño.
Despierta del letargo que busca.
La calle oscura del enemigo.
El recodo sin testigos.
El frió del descuido.
El asalto en la noche teñida del rojo del arcilloso farallón.
Bajo las nubes breves trastocaré tu calma.
Y correré el negro telón del luto sin alivio.
El último luto, el que te precipitará a la negrura del cubil de la tumba.
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