Los años no pasan, solo nos rozan y arañan.
No pasan, se quedan.
Envolviéndonos en polvo de estrellas.
En el liquen de las risas y los llantos.
Los años no pasan, cuentan y descuentan tiempo.
Los cumpleaños enredan cintas.
En el soberbio pino que domina nuestro valle.
Cuenta la vida y en ella cuentan los verdaderos.
Cuentan los sonoros te quiero y los silencios del pudoroso te amo.
Mapi, cumple años en la ciudad de la calima.
En la ciudad de la arena y del sol eterno.
En la ciudad con puerto.
En el resplandor de Casablanca.
Cumple mañanas de crecer y de café amargo.
Mañanas en el ventanal, entre humo rubio.
Mañanas en las que volvemos a errar el blanco.
Demasiados tiros al aires, demasiadas carreras y prisas.
Pasan los años y desfilan recuerdos.
Desfilan tardes de risas entre anís Chinchón.
Desfilan las noches de charlas interminables.
Charlas que terminaban con el sol de la siguiente mañana.
Mañanas inagotables que el destino distancio.
Mañanas donde, Fátima María del Pino Santana Santana, tu y yo nunca hemos estado distantes.
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