A la benevolencia hay que ponerle limites.
Debemos tasar la caridad.
Hacer frente al mundo es mostrar rudeza, aspereza y con mesura dar.
No resuelve el que se acostumbra a que todo se le facilite.
No se saca de la miseria con el vicio de dar.
Tenemos la obligación de hacer sudar.
Es nuestra caridad dejar que suden.
Para recibir hay que compensar.
No es ser malo, es ser estrictamente bueno.
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