Ruedo por los apriscos de las almas torpes.
Buscando arcos de amparo y descarga.
Buscando ruedos donde el valiente tiente suertes de indolencia.
Bellas son las gemas del vació.
Bellas y ligeras como humo.
Aros que se desvanecen sin llegar a construir castillos.
Pesan las cadenas que arrastro por la torpeza de confiar y buscar fieles en estas traidoras mazmorras.
"Lo que lento se aprende, mucho más lentamente se olvida. Frases que se cocinan lento, lluvia fina que cala hondo en casa.
La importancia de ver con los ojos cerrados y sentir pesar cuando se ejerce la traición."
Yoranse de Omatog
El sol nos ciega y nos fuerza a cerrar los ojos.
Pecar por esceso y pecar por defecto, al fin y al cabo todo es pecar.
Pecadores con un umbral del pecado tan alto, que solo tienen conciencia de zaherir al prójimo, cuando saltan con pértiga.
A ellos todo les lastima y es una lastima su falta de empatía con el próximo.
"Tanto giro marea, y vivir es un jodido bucle, de repetidos y no aprendidos desatinos."
Yoransel de Omatog
Determinados caminos los impone la lógica, otros se imponen desde el refinamiento y los más los impone el burdo mercadeo.
No es la linea recta la forma por la que se atraen dos puntos.
En el humano es todo más alambicado y por eso los meandros de este río domado transcurren lentos, enfriando el deseo como en un apaciguador serpentín.
Todo es incertidumbre y mudanza.
Nada se afianza para siempre.
Porque cada instante revisa la historia.
Y cada grano de tiempo precipita un derrumbe.
Las tumbas terminan siempre saqueadas.
Las cenizas esparcidas.
Y la piedra de las letras cinceladas, retallada y readscrita.
Los nuevos tiempos, tienen nuevos dueños.
Lapidas que solan burdeles y ricos capiteles que vaciados sirven de abrevadero de asnos.
Los fines no están narrados y así todo lo amontonada se extiende y se desclasa.
Y surgen nuevos montones, con sus nuevos amontonadores y su nueva corte de grajos que tras llorar, olvidarán en el festín de la pitanza, el sudor que al progenitor ha costado legar a los ingratos, estatus y hacienda.
No habrás cerrado los ojos, y los allegados sortean tu ajuar y empezarán a incumplir todas tus mandas.
Lo atado se desata, lo escrito se reescribe y las gloria que hacen sombra se desbaratan.
Nada está lejos o quizás todo esté muy cerca..
La paz llega desalada. entre flores de jara y tiempos que aun huelen a pólvora.
Polvorienta ruina donde es más fácil derribar que apuntalar.
Sin libros como recordaremos donde no debemos volver a tropezar.
Tiempos malditos en los que faenan los tibios cobardes.
Alimañas que cazan sin nada exponer.
Los que esperan y en la debilidad se hacen ricos desvalijando pobres.
Cuando en el presente todo es turgencia a nada la vida nos obliga.
Las obligaciones llegan con nocturnidad y alevosía.
Llegan torticeras y postrantes.
Llegan con la corte del reuma y el temblor.
Llegan y nos muestran las semillas que esparcimos.
Nos muestran el hogar desangelado.
Y el destino trágico del hangar del olvido.
El salón de los despojos, la sala de los últimos días.
Entre iguales, entre similares.
Entre rosarios y misas de urgencia.
Para ganar el cielo que ya de antemano habíamos perdido.
La firmeza necesita un firme, el valor de un código ético.
En los pantanos es muy previsible perderse.
Es breve la gloria, por eso debemos buscar la estabilidad.
Firme donde el progreso fragua.
En el tiempo no existe la marcha atrás, pero si el ir a peor.
Paralelas sin tocarse.
Independientes.
Ejerciendo una libertad excluyente.
Ininteligible distancia.
Cauteloso distanciamiento.
Innecesario remozamiento.
Para atrayéndose nunca colisionar.
Clases que no quieren desclasarse.
Instintos que no entienden de clases.
El valiente busca la salvación.
El cobarde espera ser salvado.
El futuro es suerte.
Pero tiene mucho de oportunidad.
No desmaterialices tus sueños en las noches.
Materializalos madrugando mañana muy temprano.
Charcos para los últimos pasos.
Charcos para el último abrazo.
Abrazo de tierra fresca.
Lluvia para empezar la vida eterna.
En el despertar precario.
En el lecho frió.
En las sabanas que fueron cálidas.
Que con las claras son como marros.
Cuarzo lechoso que hiere en ausencias.
Manos vacías al despuntar el alba.
Amores pasajeros.
Amores de urgencia.
Amores para apagar el celo.
Amores que no alimentan.
Elogio del lodo y de sus cualidades.
De la mancha y del manchado, y de la extensión de la misma.
Manipular enloda, hiede, apesta.
Arrastrar las leyes por el lodo da mucho rédito.
Las manos van al pan y deben ir para el reparto justo, limpias de lodo.
De preciso, de recio y de precioso.
Bailan las letras y bailan los números.
Y bailan emparejándose en tumulto de desorden o de nuevo orden.
Todo se desdibuja y lo primero en perder fuerza es el contorno.
Mudable estado donde mudar es sino y obligación infranqueable.
Desmatizados, decolorados, desalmados, nos volvemos viles.
Nos hacemos torpes alfeñiques, remedos de lo que fuimos.
Edulcorado café amargo, en el que precipita el dulzor tras tanta saturación.
Todo tiene un limite, hasta que eliminamos el limite.
Despertemos al inmenso mar a base de tazas dulces, de amargo café.
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