Determinados caminos los impone la lógica, otros se imponen desde el refinamiento y los más los impone el burdo mercadeo.
No es la linea recta la forma por la que se atraen dos puntos.
En el humano es todo más alambicado y por eso los meandros de este río domado transcurren lentos, enfriando el deseo como en un apaciguador serpentín.
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