Hieren las campanadas al alba,
hieren de muerte el día,
primavera de entierros,
pueblo viejo que diezma el hastío.
No sabe vivir el que ha nacido muerto.
Entre verde y plomo transcurren los fines,
en este confín sin gloria,
que la mano diestra ni riega, ni abona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario