Me azoro con las palabras incandescentes que brotan de mi pluma. Es la llaneza algo sobrevalorado. Yo soy semilla que solo germina en el pedregal. Barrunto tormentas de otoño inflamado. Flashazos de mi que mi yo no entiende. Para que decir lo siento si nada se siente.
Cercar a las mentiras es una labor complicada. Abordarlas y desenmascararlas es una batalla de pobre victoria. Orillas de perdidos donde las refriegas siempre enlodan. Sin celeridad se vence a la infamia. Flores del mal ricamente enjoyadas. Sólo la desnudez es sencillamente abordable.
Todo termina por dejar de existir. Se diluye la inteligencia, pero con que dificultad se diluyen los tontos. Tontos que sin limites dejan un fecundo sembrado de sandeces. Engaño piramidal.
Floraciones en el inmaculado blanco. Nubes de flores en un cielo níveo. Rostros de nieve surcados por pensamientos florales. No es fácil tener talento. No es nada fácil hacerlo florecer tan pronto.
Se adorna la calamidad con la filigrana del interés. Satánicas gemas que con sus reflejos pulidos reclaman adeptos. Felicidad que parece no pedir nada a cambio. Invertida cumbre que orada el llano. Por eso en esa cúspide no hay nieves perpetuas. Solo restos de los que rodaron cegados a ese abismo. Hoyo donde es fácil caer e imposible salir.
Cuéntame para que pueda olvidar. Relátame el drama. Dime cual es el origen de la zozobra. Articúlame el olvido. El castillo de las desgracias. El foso de los fantasmas. Porque solo lo que se pone en pie se puede dinamitar.
Enraizará el empoderamiento de la subversión. Enraizará en el tajo de las discordias. En el circo de los vagos. En el talud donde gimen las motosierras. No solo soy yo, el que siente zozobra. El que siente ansia ante el tiempo que huye. Ante el tiempo de viento que lleva repiques de incendio. Repiques de duelo, de muertes necesarias para sanear. Para aliviar un mundo preñado en esceso de demandas. La subversión Ángel Exterminador recorrerá el valle. Y se cebará en las casas marcadas. Vuelven las esvásticas. Las cruces gamadas. Las estrellas de David. Borregos marcados que se arremolinan en los precipicios. Corren las cunetas con la sangre del mártir. Con la sangre del visionario que ayer vocifero la catástrofe.
"Para pensar es necesario liberar tiempo y eso significa permitirse pocos caprichos. Darse el capricho de vivir para pensar, es vivir de un modo muy austero. Pobres pensadores, ricos en pensamientos."
No hay virginales placeres. No hay disfrute sin vicio. No hay cándidos corceles, que para acercarse no demanden azúcar. Cristales eternos, cristales de eternidad. Fulgor de corona para la vejez. Para el invierno marchito. Invierno en el que deberemos pagar. Para saborear la tersura. El cuerpo turgente. La bravura de los ojos de berilo. Laureles envidiados que solo se venden por los menguantes brillantes. Nada es ya virginal en este caduco invierno.