sábado, 11 de marzo de 2017

Montañas de miseria


Las lágrimas hacen surcos en las rosadas mejillas.
Hieren la lozanía, socavar el rubí de los cándidos labios.
El tiempo nos lo quita todo, el tiempo y sus amargos sabores.
Nada deviene inocente, nada vuelve a ser fresco.
Ojos violeta que se vuelven grises con el hiriente filo de la amenazadora guadaña.
A la luz del sol se pergeña todo, bancos de enemigos que lo urden todo sin nocturnidad.
Ataques desde todos los frentes, la debilidad es así, oportunidad para el que ha consumido su vida, esperando verte tropezar.
El mezquino océano de la envidia engulle hasta las más altas montañas.

Yo sí puedo dar


"Hay cretinos que prometen lo que no pueden dar. Y yo ni siquiera prometo, lo que sí puedo ofertar."
Yoransel de Omatog

La fatalidad no se olvida


Es mi mundo una rivera de desdichas.
Papel pautado que caóticamente me garabatea el cretino.
De meandros está lleno el cauce de la tristeza.
Tensiones que estrangulan andantes.
Nunca se regresa porque nada vuelve.
No se puede vivir sin recuerdos, por eso la fatalidad nunca se olvida.

Desinterés


Es el desinterés el que marca mis intereses. 
Abandono las causas porque de ellas ya me siento cansado. 
Sólo me acercó cuando algo me atrae. Suelo irme lejos cuando pierdo la emoción
No tengo horas para todo.
No tengo interés en todo porque no me sobran las horas. 
Sabores para un rato. 
Sólo un rato me dura lo que saboreo.

Con los ojos encendidos de un profeta


Enharino mis frases, para hacerlas de nieve.
Pulo mis palabras, para hacerlas menos cortantes.
Lamo y relamo mi verbo de ira.
Mi verbo claro y violento.
Verbo alto que cimbrea al necio.
Desde el alminar despierto al valle.
Soy almuédano que esputa aborregadas verdades.
Que fácil es proyectar sombra en lo llano.
Que fácil es despuntar en esta vulgar altiplanicie.
Hablo con los ojos encendidos de un profeta.
Con la mirada y la lengua de fuego que me da conocer.
Mas no tengo eco, sólo recojo en los campos que siembro infecta cizaña.
Trigo que cae en pedregales.
Trigo que se come el grajo.
Trigo que la mano del embaucador roba, para sus caprichos de miserable.
Cuido y no descuido las formas, en este raso mundo.
Y aun así ni con algodón de azúcar, el trago resulta menos desagradable.

viernes, 10 de marzo de 2017

Caprichos mortales


Todos mis caprichos son efímeros, son mortales.
Muere la furia del deseo tras la satisfacción.
Caprichos que generan hastío.
Caprichos de los que uno termina hastiado.
Vivo en la vida que me dan las palabras.
Vivo rodeado del calor de los trofeos abandonados.
Muescas en el machete con el que me cobro las piezas.
Espiral en la que nunca es suficiente, en la que cada vez soy más torpe.
Vórtice en el que se acelera el caer.
Ámame tierra yerma.
Ámame como tú sólo sabes, con la humedad y frialdad de la última vez.

El pollino desbocado


Hay torpezas que nos hunden.
Hay torpes que no tienen destrezas.
Poco fiable es el acomplejado.
El que hace alarde de todo tipo de complejos.
Viento de fusca, que ensucia umbrales.
Quién contiene al memo cuando empina el codo.
Quién embrida al pollino desbocado.
Gloria sin luz.
Luz que no ilumina ninguna gloria.

jueves, 9 de marzo de 2017

Cartapacia


Eres negra y cartapacia, vulgar y con el pelo frito y quemado por la potasa.
Zahina y verdulera, mondonga y trompetera.
Dipsómana adicta a los velorios y a las trancas de narcóticos.
Fiebre de barbie, calentura de barbitúricos.
Calendaria y alcahueta, vulgar Celestina sin veleta.
Dama de morapio que hiede a almondiga.
Asina eres y ansina serás.

La pólvora del próximo


Son de frío mármol las pesadillas del amanecer.
La pólvora del próximo, del que dispara plomo con furia a un palmo de mi corazón.
Soy guerra que se libra con verbos, con verbos de fatídico dolor.
Narro las heridas, para no repetir tropiezos.
Repito tropiezos y sobre la cerrada cicatriz otra herida vuelvo a narrar.
No me invade la ira, ni me empapa el desconsuelo.
Sólo aguanto caído el segundo que dura el traspiés.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Llano


Intenta el cretino morder mi bota.
Y lame el muy memo el polvo.
Lame su techo y su suelo.
Raso, muy raso es el torpe,
que intenta hacerme sombra,
siendo él,
tan llano.

martes, 7 de marzo de 2017

Defender lo evidente


Mi vivir es una colisión.
Vivo colisionando.
Es tan predecible la fricción.
El golpe frontal.
Como voy a existir de otro modo si tengo razón.
Desespera defender lo evidente.
Es evidente que aunque solo, yo lo voy a defender.

Yo soy tú


Salgo a pescar palabras.
Para mi eso es la red.
Mundo mágico en el que nadan los pensamientos.
Los dramas cotidianos de los que sienten como yo.
Salgo al mundo virtual de los destellos.
Al mundo de las lágrimas escondidas tras cegadoras sonrisas.
Salgo a empaparme con las guerras de tu corazón.
Guerras que son mi guerra.
Soy como tú, mi interlocutor válido.
Soy como tú y lloro contigo.
Yo soy tu pez.
Tu eres mi red.
Tu eres el espejo en el que resuelvo mi contradicción.

Elidiendo


Me desnudo vestido de sonrisa.
Así muestro los disparos a quemarropa.
Los muestro sin acritud.
Elidiendo el dolor y el daño.
Soy tierra calcinada, que llora para empaparse y volver a florecer

Torre de papel


La luz muerde con violencia nuestros colores vivos.
Víctimas de los fogonazos, del postureo de los flashazos.
Narramos nuestra derrota en los instantes que retenemos.
Arena que con fiereza destroza el cimiento de nuestra torre de papel.

Cretinos de inteligencia menguante

Es el poco inteligente, el que inicia la guerra y luego se lamenta porque la está perdiendo.
Vuelan en circulo los buitres sobre la casa consistorial.
Jóvenes cadáveres de ingenuos.
Cretinos de inteligencia menguante.
Nos medimos con las torres más altas inconscientes de que la altura nunca se enrasa.
Tristes tontos que entraron en la política para comen trigo tremesino, en un ayuntamiento que es ya un erial.
A veces el viento a favor es el que nos hace encallar.
Todo está encanallado, demasiado lobo que se enharina para no parecer un canalla.