sábado, 17 de marzo de 2018
Donde nadie lleva careta
Creemos que en la intemperie habita el misterio.
Que habita en la aventura de cruzar estepas.
Callejuelas sin luz que huelen a jadeos.
Nos puede la urgencia y abandonamos el tálamo.
Nos puede la macilenta borrachera de los sabores prohibidos.
Nos aventuramos a transitan por las avenidas del bullicio.
Nos adentramos en el malecón de los imaginados galopes.
Somos fiebre inmensa, inconmensurable ansia.
Hedor a jergón y a asentadas carreras.
Buscamos metas altas, en el lodazal del invierno.
Buscamos abismos de concupiscencia.
No prometo amarte siempre.
Ya nada a nadie prometo.
Vago entre escarcha de hombres.
Vago entre espantapájaros, remedos de una humanidad siniestra.
Sal a las calles del vicio, donde nadie lleva careta.
viernes, 16 de marzo de 2018
Que placentero es mi fracaso
Muchos obstáculos son regalos de la fortuna.
Colisiones que nos hacen variar la trayectoria.
Salvíficos impactos que hacen que nos entretengamos en el recodo.
Verdes prados a los que se accede por el tortuoso camino.
Designios de fatalidad, de calamitosos tropiezos.
Que triste es mi suerte y que placentero es mi fracaso.
Al unisono
Latir al unisono, quizás es amor.
Sentir en paralelo, quizás es amor.
Llorar por lo mismo, quizás es amor.
Felicidades sincronizadas, que desencadenan tormentas de amor
jueves, 15 de marzo de 2018
Delirio fatuo
El ímpetu, tiene mucho de ligereza,
de caudal de constante necedad.
Vanidad superflua.
Delirio fatuo.
Arrebatado por la melancolía,
que genera sentir,
que todo es novedoso una sola vez.
Cabezas
"La cabeza, la parte más importante de un cuerpo, pero también la que nos da más quebraderos de cabeza. Pensar con demasiada frecuencia nos hace infelices, infelices por tener cabeza."
Yoransel de Omatog
miércoles, 14 de marzo de 2018
martes, 13 de marzo de 2018
El imposible reanudar
Soy tierra sin dueño.
Soy yermo.
Erial de cabras.
Páramo de destierro.
Sólo la escorrentía hiere mis carnes.
La furia de la maldita urgencia.
El placer etílico de los placenteros narcóticos.
No puedo olvidar y derribo las bellas estancias en las que te amé.
Jardín de ausencias, donde únicamente me abraza la estrangula hiedra.
Cedro soberbio que se automutila ante el imposible reanudar.
Diezmada vajilla nupcial.
domingo, 11 de marzo de 2018
La fortaleza acuartelada
El sigilo atenaza mi ingenio, el miedo a las líneas sin marea.
Nieve eterna es mi verbo afilado.
Nadie me ve nimbado, nadie paladea el sabor de mi gloria.
Tras las torres se parapeta la Reina, la fortaleza acuartelada de quien tiene paciencia.
Caleidoscópicas madrastras
En los brazos húmedos del gélido viento, viaja mi soberbia.
Selva de desafectos y impuras caricias.
Palabras de mortificadoras que adornan mi cuerpo.
Gemir en la dulzura de las caleidoscópicas madrastras.
Abrazo de tierra parduzca y salitre.
Siento la espinela de tus ojos embridando mis desbocados latidos.
Desaliento sin obstáculos, amanecer de niebla.
Vil polvo, pasto de gusanos.
En las instantáneas habita el recuerdo, lejos del alcance de mi borrosa conciencia.
sábado, 10 de marzo de 2018
Alejandro Pionio
El Barón de Arcoverde, Alejandro de Valemont, era un bastardo reconocido en su lecho de muerte por el pusilánime y veleidoso, Vidiciano de Valemont-Martel y Socorro de Turín.
Alejandro supo de su origen, de quien era hijo natural, tres días antes de la muerte de aquel extraño señor que se esfumaba entre enormes y blancos almohadones. Le fueron a buscar al Arrabal de San Constantino, le condujeron a aquella casona de la orilla derecha del río, entró por el embarcadero de la mansión, en la barca que le recogió en el Malecón de Mustios. Era la primera vez que pisaba una alfombra y sentía esa sensación en sus descalzos pies. Alejandro Pionio, tenía once años y nunca había salido del Arrabal que le vio nacer. Para aquel niño parduzco y escarchado de salitre, todo era nuevo, extraño, limpio, brillante.
La muerte nos fuerza a actuar con urgencia, y con urgencia amarramos el futuro sin nuestra presencia, a quien tiene nuestra sangre.
Ser vulgar no cuesta nada, es un vuelo rasante de bajo coste
Son tan hueras las pamplinas de los cretinos.
Insufrible matraca de mamertos.
Es difícil brillar cuando hemos nacido con el oriente perpetuo de la mediocridad.
Sin estelaridad, sin la exquisita dicción que da la alta cuna.
Seres sin tribuna y atribulados por la marginalidad que le da el remolino de la corrobla.
Que puede importar en esa forzada última fila, sino zancadillear a la nata preeminencia.
Con Fe
"
Si la fe, genera tan bello arte, como puede alguien renegar de la fe, cuando quien ninguna fe tiene, nunca genera trascendencia, ni sobre la zafiedad sobrevuela. No hay arte más elevado, que el que encierra el prodigio de la fe, de creer en el Sublime Creador, a quien sólo uno puede ver en su sublime creación."
Yoransel de Omatog
Si la fe, genera tan bello arte, como puede alguien renegar de la fe, cuando quien ninguna fe tiene, nunca genera trascendencia, ni sobre la zafiedad sobrevuela. No hay arte más elevado, que el que encierra el prodigio de la fe, de creer en el Sublime Creador, a quien sólo uno puede ver en su sublime creación."
Yoransel de Omatog
Hipócrita plañidera
El viento, hipócrita plañidera,
mece el dolor de las nubes,
mece y altera el tino,
de la lágrima que rueda desacertada.
Confunde al verdadero doliente,
perdido entre el ingente borbotón de los fingidos,
raudal efímero,
que mañana reirá,
al ritmo de la más vulgar de las chanzas.
Busca su cauce
"Como el agua busca su cauce, mi cabeza busca descansar en tu pecho, busca el arrullo de los latidos de tu corazón."
Yoransel de Omatog
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