miércoles, 27 de junio de 2018
Gervasio Manuel
Gervasio Manuel Aceituno Maqueda, nació con La Gran Hambre, pero no la sintió. Su madre, pudo darle de todo, gracias a que servía en casa de La Chalota, en el postinero Barrio de Convites.
Entró en La Casa Colorá con el nacimiento de Ger. La Chalota, o Doña Benita Postuero de Robledillos, trajo a su vástago entre fiebres y dolores, lo trajo y de milagro nació vivo, lo trajo pero a ella no le subio la leche y de urgencia tuvieron que buscar puerta a puerta por el Arrabal de Mamertos, una madre dispuesta y de ubres grandes y ahí es donde le empezó a sonreír la fortuna a Gudena, en el día de San Bertol, un 23 de Agosto, nueve meses después de la desgracia, de que la desgraciaran. Tanto fue el cántaro a la fuente, que terminó por romperse, y el que lo rompió se desentendió y Gudena apechugo con la barriga, tras la monumental bronca de su casa, en cuanto comenzaron a ver que esta le crecía, sin aparente razón y a pesar de que ella se fajara.
En el Arrabal de Mamertos, no era ninguna gran tacha, quedar preñada, quedar en cinta sin estar casada con un varón, o sin saber con certeza el varón que te quedaba preñada. Gudena, fue una más de las que aprendieron pronto a jugar a mayores en los descampados, una más de las que jugaban a esconderse en las cuadras para que las montaran. Sin ir más lejos sus dos hermanos mayores, no eran hijos de Antonino, su padre, eran hijos de antes, de antes de que el paciente Antonino, apencara con su madre, una lagartona de costillares anchos y patas cortas, pero muy viva, de la que ella, no había heredado absolutamente nada.
Gudena, a pesar de la necesidad creció saludable, sonrosada y esbelta, salía a Crisanta, su abuela paterna, que era lechosa y muy alta. El abnegado Antonino, se deslomaba para traer cuartos a casa y la avispada Milagros, hacía lo propio por su parte, usando de todos los recursos a su alcance, para que su prole no pasará hambre. Eran siete bocas; Gudena, Pascasio, Melchor, Andres, Rita, Antonino y ella, pero a pesar de la necesidad que les rodeaba, siempre había un plato abundante en la mesa y provisiones en la despensa. La necesidad aviva el ingenio y ella era paticorta y recia, pero también muy ingeniosa.
Milagros, administraba muy bien los pocos recursos y si no había los inventaba. Conocía todas las verdolagas comestibles que crecen en cunetas y regatos. Conocía todos los bichos del monte y de la playa que se podían comer y siempre hacía un hueco en su día para ir a buscar cabozos, caracoles, lapas, pescar cangrejos o camarones con sus salabares, lo que fuera, para que en su casa comieran y si sobraba, poder vender y trapichear con todo lo recolectado y afrontar los imponderables que pudieran surgir.
martes, 26 de junio de 2018
Fotografías para frenar el olvido
La vida es efímera y no somos realmente conscientes de ello, hasta que nos atropella violentamente la pérdida.
Somos frágiles, contenedores muy frágiles de vida, bellos cuerpos que el tiempo va marchitando, va venciendo, va curvando y doblegando.
La vida nos doblega y en el último instante nos quiebra y ese mismo instante comenzamos a desvanecernos, a diluirnos. Claro que no es lo mismo diluirse por senectud, que quebrase con el estrépito que se quiebran las bellísimas porcelanas, generando un río de desolación que hay que paliar, con el arma que tenemos a nuestro alcance, con la instantánea, el fogonazo que congela el último instante, que hace más fácil el recuerdo, más llevadero el pesar, la pena negra de perder el futuro, la tersura del infante, nuestro abnegado legado, esos ojos de fuego que ya no volverán.
Fotografías que rompen el ciclo de la descomposición, fotografías que frotamos contra nuestro pecho, pecho en en el que aún nos late el corcel herido, el corcel que en el amado se paró. Fotografías melifluas o descarnadas que rozan hasta desgastarlas nuestros labios. Fotografías sobre las que galopan nuestros dedos, acariciando lo que ya la tierra engulle. Instantáneas de lo que ya es tierra húmeda, fértil y parda.
Fotografías de muertos, fotografías para frenar el olvido. Daguerrotipos que viven en los cajones, en los portarretratos de plata, en los misales, en los medallones de oro que cuelgan de los dolientes cuellos.
La Mala Perra
Me he despertado sobresaltado por los graznidos libidinosos de la turbia.
Ralea ebria que ensombrece los días de gloria.
Vive su estelaridad de virulenta borrasca, hinchando el papo.
Buche insaciable, que macera mantecas con alcoholes.
Pollino, saciado en la vulgar demasía, que proporciona el gusto mísero.
Tanto de tanto y todo tan necio.
Tiempos de urgencia, de delirios de monda, de calentura de alcahueta.
Se recuecen los diviesos de la entrepierna, de la pelambrera rasurada y de sombras muy negras y recias.
Es automatismo, el norte del beodo tocino.
Brillo de torrezno y de afeites de panceta.
Iridiscencias de frite y ramalazos de caldereta.
Estelaridad de cuchitril y de aciaga vileza.
Son tiempos de narcóticos, engullidos con vinazos.
Traga y traga la ramera, tarascón de potasa.
Nunca se olvida la corrala, el cubil donde nos parió, La Perra.
Nunca se borra, ni se está lo suficientemente ciega, para olvidar el lupanar donde preñaron a La Mala Perra.
¡Acariciame hampón¡ berrea la hiena.
Se rozan los preñados buches, en la tramada componenda.
Tierra de nadie, erial de todo, vulgar soba, con olores de adobo.
domingo, 24 de junio de 2018
Ligero tras el incendio
Purgado tras la noche mágica.
Ligero tras el incendio.
Suave tras desprenderme de tanta lacra.
Hoy arde el cielo.
Anoche ardió la luna.
Y vuelvo a vagar para atesorar nueva morralla.
sábado, 23 de junio de 2018
Hogueras de San Juan
Quisiera oir campanas, doblar a muerto, ver como la Parca siega infiernos.
Quisiera que el fuego, arrasara con el necio, con el zafio, con el vular y tuerto.
Quisiera ser profeta en esta noche mágica y escribir la tragedia de los que osaron calumniarme.
Quisiera y quiero que mañana al amanecer no existiera cizaña entre el trigo.
Veo el alma del desalmado y lo único que quiero, es prenderle fuego.
La demografía del ocaso
La demografía del ocaso.
Vivimos tiempos de colonos, tiempos donde los que construyeron las grandes urbes y el bienestar están rendidos, están postrados al arribismo descontrolado de los que no vienen a empaparse de nuestros códigos éticos, ni de la cultura que nos hizo grandes, sino a imponer su atavismo tribal.
Vivimos tiempos sin cargas, tiempos sin hijos, sin futuro, sin la prole que al tener nuestra sangre preservaría nuestro modelo de sociedad.
La pirámide poblacional se desgasta en su base, se queda sin asiento. ¿A quien legaremos nuestros valores? Esos que están amenazados, hasta por los progres que están dentro de nuestras fronteras.
Vivimos tiempos difíciles, en los que aturdidos, no somos realmente conscientes, de la que se nos avecina. Tiempos donde todos los pilares de Occidente están en entredicho, donde está en jaque toda nuestra garantista sociedad, nuestra protección a la infancia, al diferente, a la tercera edad.
Tiempos nuevos, donde nuestro Dios no cotiza al alza, en la marea de políticos mediocres, de ramplones dirigentes rendidos al corto plazo y a la maquillada xenofobia a lo patrio, xenofobia al cristiano, xenofobia al que siente su acervo como un bien raíz a defender, como el valor fundacional de la Vieja Europa que agoniza entre estertores, de falsa y televisada caridad.
Tiempos de invasiones bárbaras, como las que condujeron al Imperio Romano a la oscura Edad Media.
Todo es cíclico y el ciclo del bienestar relata postrimerías.
Demasiados infiernos he atravesado
He amanecido encharcado por la humedad de lo contiguo.
No soy impermeable, soy permeable al desaliento.
Ósmosis que me hace plúmbeo, que moja mis alas.
Zarzales de desanimo que me cercan y enredan.
Son tan inalcanzables la perfectas esferas, las ansiadas e inalcanzables mieles del éxito.
Es muy fácil caer y no volver a levantarse.
En esta pelea por la gloria es muy fácil rendirse.
Demasiados infiernos he atravesado para decidir morir desalado en uno de ellos.
viernes, 22 de junio de 2018
Titubear
El destino genera ansiedad, genera rendición,
Sin saber lo que hay en la otra vida,
quizás deberíamos pelear más en esta.
Titubear anula el ingenio.
Dudar genera inacción.
Con sigilo pero en marcha constante.
jueves, 21 de junio de 2018
San Juan y el fuego
Desear es la mitad del logro.
Predispuestos a sentir, se termina sintiendo.
No hay placer sin abnegación.
En la noche inmensa quemare palabras.
En la calma de la claridad que se resiste.
En la luz que no se evapora por muchas horas.
En las hogueras de la evanescencia, de lo efímero y que estorba.
El fuego nos hace libres, nos libra de cargas, de desvelos que son plomo en las alas de deseo.
Liberados tras quemar lo que hemos logrado y nos ancla, lo que compramos como eterno y hoy es sólo cadena que nos ata a una tierra.
Ávidos de vivir en las nuevas cumbres, de otear el mundo desde las cimas.
De vivir ciméramente y sin molestas cargas.
Desván de trastos que el fuego borrará.
miércoles, 20 de junio de 2018
Corredentores televisivos
Corredentores televisivos, que reparten pan de los graneros rapiñados.
Correligionarios que no creen en Dios, pero que piensan que ya proveerá el sudor del justo, mañana.
Botín de guerras cianitas, donde el trabajador costea la pitanza de una estela de garrapatas.
Sólo se puede saquear lo pleno, por eso nunca es asolado el solar vacío.
El dinero ni se crea ni se destruye, sólo cambia de manos.
Manos sucias que van al pan, al pan que amasaron las manos limpias.
Que fácil resulta hacer caridad con lo confiscado, con el esfuerzo robado, con el tesón del fértil.
Confalonieros de caballos de cartón fallero, que emprenden batallas fratricidas.
martes, 19 de junio de 2018
La democracia no ampara delitos
Resolver problemas, no es dar el brazo a torcer.
No es claudicar, no es ni ceder.
Tememos la enquistación, pero el cuerpo maligno más fácil de extirpar, es aquel que se ha enquistado.
La democracia no ampara delitos, ni anhelos delictuales.
Los guiones no son de parte, son marcos jurídicos en los que se conduce el que hace ruido y el que no lo hace.
El amedrantamiento, el acobardarse, es una claudicación, es una derrota que abre una vía de agua y aboca a la nave de la ley, a naufragar.
Al cáncer no se le mima, ni se le riega, ni con el se tienen contemplaciones, se le extirpa o combate sin conmiseración.
La perversión, aunque sea la perversión del sistema hay que arrancarla de raíz.
Uno no se hace amigo de la sarna, ni con ella se permite ni compadrear, ni chalanear.
No es no, y no entiendo que parte del no, no entienden, los que vulneran la ley.
La ultracorreción ampara tristemente la ilegalidad, porque el ser pusilánime consiente que la ley se doblegue al ilegal.
Tocado para acaudillar
El ritmo de nuestros pasos nos distancia.
La compañía que marca el ritmo nos hace distintos.
Nos creemos distantes en las escalas.
Talentos que no sólo nos marcan y señalan, si no que posibilitan la escalada.
Acumulamos para ser, nacemos casi siendo, herederos de peanas y estatus paternos.
No podemos ser iguales aunque nos igualemos.
Vimos acotados, en las cotas, en las zonas, altitudes y latitudes de miseria o bonanza.
Es la zonación del mundo tan intrínseca a él, que todo tiene su nicho, que cada cual es un eslabón en su cadena.
Libres para seguir los pasos del líder, para caminar junto a poderoso, o para empoderarnos en el llano y liderar las revueltas del futuro.
Todo está trazado y a la vez está por trazar.
Esa es la libertad ser cabeza de ratón, cola de león, o embrión de la bestia que todo lo desajustará, para crear un nuevo orden, muy similar en apariencia y en esencia al orden de diferencias y distancias que hay en el actual.
Somos el estética, ética y tesón.
Somos difusores de promesas o los que se dejan seducir por los que prometen.
Flautistas que llenan plazas, que nos conducen a precipicios, o que nos seducen cuando estamos abocados a precipitarnos, siendo nuestra tabla de salvación.
Divina y maldita humanidad, que eres capaz de la mayores proezas y de las más abominables bajezas.
El grueso es vulgar, maleable, acomodaticio, pero ay, del que nace tildado y no genera bonanza, del que nace tocado para acaudillar y no mueve un dedo para generar divina humanidad.
lunes, 18 de junio de 2018
El futuro de Europa
El futuro pasa por la superación de los nacionalismos, no es la lengua la que da entidad a Europa, su entidad estriba en el código ético y de pensamiento, que conforma nuestro estado de la solidaridad.
No podemos renunciar a borrar mediocres fronteras, en un tiempo tan global, que nos atropella con el vértigo de lo que nos viene.
Nos viene grande el mundo, por nuestra excluyente endogamia, nos viene grande, pero estamos en él.
Ser blanco es un valor que se diluye, y que solo el Mediterráneo y sus ribereños hace siglos entendieron, sólo la Europa del sur fue permeable a África, sólo el mar común y nuestro, permitió esa fusión.
El futuro todo lo decolora, todo lo uniformiza, y Europa se desangra en su elegida comodidad, en su elegida soledad, en su esterilidad opcional, sin hijos no hay futuro, y sin remplazo generacional el futuro es foráneo, es marea de pateras que a través de la ósmosis del mar, colonizarán el mañana que ya no nos pertenece, porque nuestra genética y legado está muriendo hoy. .
Ni la más férrea de las murallas garantiza la estanqueidad. No hay nación que no necesite mercenarios y a través de ese peaje llega la aniquilación.
domingo, 17 de junio de 2018
Niños de las estrellas
Niños de las estrellas, seres que nacen con el estigma de caminar varios pasos por delante de la humanidad. Construir futuro es generar herramientas, palabra que definan la nuevas mañas.
Nacer bañado de luz genera rechazo, genera cárceles para encerrar la luz que señala las taras de la poco evolucionada humanidad.
Felicitando el fin del Ramadán
Me he despertado rebozado de luz del aun no nacido estío. Soñando que los relojes no desandan segundos, que la horas perdidas no vuelven, que para decidir, es siempre tarde, mañana.
He soñado con la guerra de hoy, con la inquina de los arribistas, con los lobos enharinados, con la caridad de pacotilla y los aspavientos del psicópata, que por el legal atajo arribo a la cumbre.
Vivimos tiempos incendiarios, de mediocres que buscan banquete, de tribunas abiertas a la soflama.
Vivimos estertores de fin de ciclo, de bienestar herido de muerte, tiempos de hemorragia en sabana, rojo rutilante que hace hondear banderas.
Es ya imposible parar la permeabilidad de un mar en el que se libran batallas, contiendas con sesgo, alharacas de mal gobernante, teatro de pusilánimes, que guionizado llega a nuestras cajas tontas, a esas que nos lo dan todo digerido, mascado y que nos atontan.
Tiempos de mafias, de mercaderes sombríos, de patrias en las que occidente enredada, desordenando desordenes, generando ira, caos y miserias. Es imposible sembrar primaveras, convertir una religión de contienda en una balsa de amor, es imposible comparar profetas, enfrentar a quien sólo sembró amor, con quien sacrifica a sus hijos cargados de metralla en la deflagración de una Guerra Santa..
Dios, no es sólo un jefe etéreo, que desde todas partes nos vigila. Dios, es un código ético, unas reglas de juego. Mi Dios es empatía y comprensión, pero todos los Dioses no son iguales, ni tratan a su pueblo por igual, hay Dioses que promueven la guerra, que inoculan aniquilación, que siembran venganza.
Pensar nos hace críticos, nos hace disidentes, nos señala, pensar nos hace libre. Y desde la libertad se analizan mejor las jugadas del estratega, que busca escribir renglones, que busca circo, circo para un pueblo devastado por los bulos y la interesada maraña de desinformación. Redes para pescar en el Mediterráneo, adeptos, necios cegados por el brillo de la pacotilla televisada.
Desconfía, de quien con tretas te quiere gobernar, de quien se desdice y dice, de quien hace caridad en la primera fila con el dinero de todos y no para contentar a todos, sino para labrarse una peana, desde la que poder seguir inoculando patrañas y sembrando cizaña y felicitando el fin del Ramadán.
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