Es tan corto el mundo en las mañanas de niebla.
Vuelve a amanecer el día, entre saturnales vahos,
entre remostosos valores obsoletos,
humedad lechosa que orina los falsarios estereotipos.
No existe ya la reconciliación en este paramo de odios.
Los escritos de guerra se cocinan con la siniestra mano,
en la siniestra trastienda de un ansia anegada de celos y venganza.
Deshilachan las arpías la memoria del imperio.
Hipotecan el futuro los traidores,
vendiendo humo de igualdad,
que es sólo castrante y amputadora mala saña.
Niebla que ampara las mentiras de esta iconoclasta cruzada.
Se desaloja la inocencia de la mente del infante,
se emponzoña de malicia la tabula rasa.
Dios aun no a muerto,
pero el discurso de su muerte, tiñe de rojo las calles,
del rojo de la sangre del que aun cree,
en la bondad del ser que nos creo libres.
Cizaña es este vaho que a tantos atenaza.