Es bálsamo tu desprecio, porque es señal de que mi presencia te hace daño. De nada sirve vencer, si no se festeja y se hace ostentación de la victoria. Mis días sin ti se me hacen interminables, porque como ave libre que ahora soy, me da tiempo a ver de todo.
martes, 9 de febrero de 2021
Libre
Es bálsamo tu desprecio, porque es señal de que mi presencia te hace daño. De nada sirve vencer, si no se festeja y se hace ostentación de la victoria. Mis días sin ti se me hacen interminables, porque como ave libre que ahora soy, me da tiempo a ver de todo.
Carceleras orillas
Pocos placeres son equiparables a vencer la adversidad. La carrera de obstáculos que es vivir, sólo cobra sentido tras alcanzar el éxito, esa pirueta mortal, que es controlar todo lo que la torrencialidad de estar en este mundo, ha desmadrado.
Se postró en la cama, se dejó hacer, se dejó acariciar por aquellas manos ya encallecidas tras la larga travesía de la soledad. La devastada hermosura inundaba la habitación.
El río de sus vidas había llegado al mar, a un encabritado mar de placer postrimero, de un placer contenido y sublimado en la bravura de las cumbres de la juventud. Amar no es fácil, no es fácil que un río no se tope con obstáculos, algunos imposibles de sortear e imposibles de volver romos en segundos, cantos cortantes que nos desgarran las tiernas carnes, heridas por las que se desangra el alma. Cauces contenidos por las carceleras orillas de la adversidad.
Su latido
No me importa el final de las historias, siempre pierdo interés en el camino, al primer traspiés me canso y abandono, quizás, sólo quizás, esos sean mis finales, tirar la toalla a la primera adversidad. Rozo el cielo y abandono, creo que jamás he ansiado poseerlo.
Me empalagan los besos regados en alcohol, pero esos son los que casi siempre obtengo. Creo que vivo rápido y saboreo poco. Me gusta morder los caramelos, destrozar con mis dientes el dulzor, no soy de alargar el placer chupando lentamente. Sé que me canso con facilidad, que a mi tambien ellos me usan y me desechan. Hago lo que conmigo hacen. Sé que después de los primeros días, de los primeros galopes, después de sentir como se han mezclado nuestros sudores en la torridez de los encuentros, sólo quiero y busco lavarme, estar solo, vaciarme, desanclarme y flotar a la deriva en las nuevas y urgentes corrientes.
No tengo una vida perfecta, aunque alguna gente así lo quiere ver, es el empeño de ver el mundo envidiando, de tal modo que pasamos por alto todas las taras del envidiado. Yo también hago lo mismo al desear, al querer exprimir en un abrazo el jugo de mis partners, de los cuerpos idealizados tras los tragos, tras la ropa cara que modela formas muchas veces inexistente, y que otras veces desdibuja sublimes sorpresas.
Es tan perturbadora la desdichas, es un temor que a mi me agita tanto, que huyo despavorido de ella en cuanto atisbo su olor en el horizontes. Quizás, sólo quizás, por eso bebo.
No suelo despertar con nadie, pero aquella mañana rompí esa norma, no sé aun porque extraña razón decidí amanecer abrazado a aquel cuerpo, a aquel desconocido sobre el que reposaba mi cabeza escuchando sus latidos.
martes, 26 de enero de 2021
Crepita el infierno
Teatral barrera que todo lo esconde.
Es la suavidad mi aliado, nadie imagina mis tragedias.
La quemazón hurga en mis entrañas y arrasa con la calma que artificialmente impongo.
Soy de natural colérico, soy de natural vandálico.
Bésame
tu insaciable furia
mi pureza
y yo rendido
consiento
tanta tropelía.
Si me juraras amor eterno,
quizás
a todo tu torrencial deseo
consentiría.
Me desordenas
con tus fantasías,
con tu inadaptada malicia.
Bésame antes de yacer,
que sólo encuentro
placer en tus besos
y me desordena tu brío.
Bésame que llega el día
y el alcohol se evapora
con la luz del nuevo sol.
Bésame y convénceme
de que quererte,
es soportar
este infierno
sin salida.
Bésame
y sálvame, que muero
con el luz
del nuevo amanecer.
Recta infinita
no me hieras más.
Sólo la mirada sin niebla
me hará volver a creer.
No me castigues más,
ya soy ciudad arrasada,
por la cólera del amor
sin respuesta.
No me mires más
que me desnudas
y mis entrañas
no soportar esa indefensión,
no temo a nadie,
más tu desdén
me atropella
en esta recta infinita
sin descanso
que es perseguir tus besos,
tu boca fresca
e inalcanzable
que me lanza
a este frenesí,
sin respuesta ,
sin recompensa,
premio,
sin medalla.
lunes, 25 de enero de 2021
Ridículo
tiene mucho de ridículo,
de drama intrascendente,
de pesada broma.
La preñez,
que es estar
embargado de amor,
loco amor,
loco y no elegido amor.
Los soles,
atropellan nuestro rostro
y nosotros seguimos pensando
que mañana,
podremos afrontar la verdad.
La verdad
es azúcar
en el mar.
domingo, 24 de enero de 2021
Huyo
buscando tormentas,
naufragios,
incendios.
Fuerzo estados de ánimo,
me desordeno,
buscando romperme
en mil pedazos,
para recomponerme
bajo una nueva forma,
intentando mudar
un ser que se ahorma
a cualquier coraza.
Me impregno
de los olores de otros,
me impregno,
pero nunca lo suficiente.
Nada mancha,
ni opaca
mi anacarado oriente.
Busco traspasarme
con la espada de la locura
y enredo con los cortantes filos
de mil cristales.
Me desangro,
más no muero,
y los nuevos soles
reclaman su sacrificio,
y yo, obediente devoto,
me inmolo en el altar
de los lupanares.
Prohibidos placeres,
que me acarcaban
y descarnan.
Huyo de mi, y nunca consigo dejarme atrás,
viernes, 22 de enero de 2021
Aliviar
siempre nos aferramos a ese resquicio de luz
en las mañanas frías del desánimo,
cuando saturados de tristeza
comenzamos a aliviar ese dolor
con el llanto.
Nada pesa tanto como las lagrimas,
nada libera tanto como derramarlas.
jueves, 21 de enero de 2021
Ernesto Correveredas
Ernesto Correveredas, sentía el dulzor y la picazón en sus labios, abrasados por los juegos del placer, por la barba áspera y densa de Julián. Nunca deberíamos necesitar permiso para amar, necesitar el beneplácito social y familiar para esas transacciones de placer, juegos abrasadores que escapan a todo discernimiento.
Los Correveredas habían nacido con aquel pueblucho, eran de los de allí de siempre, no se entendía la historia de Torseco de Zarza, si ellos. Banco en la primera fila, reclinatorios en la puerta de la epístola, altares con su heráldica, casa blasonada y fincas dispersas por todo el termino, amen de estar emparentados con lo poco granado de la villa.
El vicio, elige por nosotros, escoge sin tener en cuenta rango y alcurnia, los besos más sublimes nacen en los arrabales, bocas carnosas que solo deberían abrirse para ser receptáculos de placer.
Julián Costa, era hijo de Mauricia Coín, casada con El Costa, como llamaban a Melitón, un pescador muy sarasa, que el pueblo sabia que no era el padre de ninguno de los hijos de La Mauri que llevaban el apellido Costa. Mauricia era una mujer ancha, despachada y sabrosa, de risa fácil y boca grande, una mujer que tras enviudar con tres hijos del fanfarrón de Fabián Zote, se casó con Melitón.
El Zote, era un hombrón, brabucón y pendenciero que desfloro y preño a La Mauri, cuando tenia sólo dieciséis años y que la desposó, tras ver que el churumbel era clavadito a él y cuando ya había preñado a La Coín, de nuevo.
El Zote, le dio muy mala vida a Mauricia, por eso siempre se sospecho que el trastazo en la cabeza que se lo llevo al otro barrio, se lo dio ella, harta de tanta golpiza y de estar encerrada en casa. Cuando alguien marginal como El Zote, se muere, poco o nada se investiga, y eso hizo el sargento, cerrar el caso considerando que el golpe fue accidental, algo que también corroboraron el medico y el juez, Don Fausto Correveredas Mendieta,
Y es entonces, cuando el circulo se cierra, y el primogénito de Don Fausto, Ernesto Correveredas, se prenda del recio Julián, el de La Mauricia, de su barba negra, de su duro pecho, del pedernal de sus brazos y sus piernas, de su parco discurso, de sus ojos de color miel y de su olor a mareas, se trastorna con sus mugidos y con sus embestidas, se enamora y se revuelca con él en la arena.
miércoles, 20 de enero de 2021
No soy tu Rey
y en mi herida lengua,
florecen palabras de amor.
Buscan mis labios
la rima de tus suspiros,
el herido gemido
que siembra el placentero dolor.
Mi ansia se encabrita
y desbocadas
mis manos
sin auriga,
rinden con locura
tus inexpugnables baluartes.
No soy tu Rey,
más tu boca
así me proclama,
y yo me entrego
a la ilusión
de tan grato reinado
y tan febril poseer.
Corto
de las últimas lluvias
garabateo promesas,
porque sé que las voy a traicionar.
Abrázame muy fuerte
que no soy de fiar.
Amárrame muy corto
que te puedo engañar.
martes, 19 de enero de 2021
Libre, solo y vacío
Con su mano izquierda, le cerro los ojos, mientras su mano derecha seguía empeñada sobre su pecho, en sentir el latido ya inexistente de su corazón. Las despedidas saben a niebla y a hiel.
Sebastián, sentía como se desangraba por dentro, no por perder a su madre, sino porque perdía el referente para seguir allí, para seguir aguantando aquel infierno. El abismo se abría ante él, el vértigo de un horizonte fatal e irremediable. Aquella noche fue enorme, negra, inmensa. Pero tras la deflagración, uno se recompone, tras llorar un océano, tras perder la tersura, la sonrisa, el brillo, uno, aunque tarde se levanta.
Era libre, torturadoramente libre, tristemente ajado pero estaba desatado. Era libre, estaba solo y vacío, y ansiaba sacrificarse por aquel placer que siempre se había negado, por aquella pulsión que clamaba, a pesar de estar encerrada bajo siete llaves, con indómitas voces.
Eternidades
temo a la mano suave,
que con zalamerías me doblega.
No temo la franqueza,
temo tropezar
con la falsa moneda,
con la promiscuidad
de quien eternidades promete
y se revuelca con cualquiera.
Muere la piel
que nadie acaricia.
Muere el azul
en la noche.
Y la suave brisa
se pierde
en el huracán.
No soy de nadie,
y sólo me debo
a la limosna
de un febril beso.
La templanza
me pierde
en este transcurrir tranquilo,
que es esta meandrinosa calma,
de aguas sin bravura.
Hace mucho tiempo
que no se pierden
mis dedos
en la negrura
del bosque
de tu pecho.
Hace mucho tiempo
que mis yemas
no recorren
la desordenada caligrafía
de tu piel,
garabatos azules,
palabras cripticas
de tu cólera,
de tus filias,
de tus fobias.
Hace mucho tiempo
que mi palma
no busca
la serpiente
que se enrosca
al calor
de tu bajo vientre.
Hago aros de humo
mientras suspiro por ti.
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