martes, 19 de enero de 2021

Muere la piel


Muere la piel 
que nadie acaricia.
Muere el azul 
en la noche.
Y la suave brisa 
se pierde 
en el huracán.
No soy de nadie, 
y sólo me debo 
a la limosna 
de un febril beso.
La templanza 
me pierde 
en este transcurrir tranquilo, 
que es esta meandrinosa calma, 
de aguas sin bravura.
Hace mucho tiempo 
que no se pierden 
mis dedos 
en la negrura 
del bosque 
de tu pecho. 
Hace mucho tiempo
que mis yemas
no recorren 
la desordenada caligrafía 
de tu piel,
garabatos azules, 
palabras cripticas 
de tu cólera, 
de tus filias, 
de tus fobias.
Hace mucho tiempo
que mi palma
no busca
la serpiente 
que se enrosca 
al calor 
de tu bajo vientre.

Hago aros de humo
mientras suspiro por ti.
 

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