cuando nos anega y encharca el amor.
Mece la pasión 
mil desvaríos 
y fuerza a transitar 
ignotos caminos.
Empapados del brío 
que da tan loco empeño, 
cruzamos abismos 
y rodamos por precipicios, 
recomponiéndonos a la fatalidad
con un solo y único suspiro.
Dime, 
Príncipe de mis tinieblas, 
que me amas 
y supeditare toda mi existencia 
a tu amor.

No hay comentarios:
Publicar un comentario