entienden lo creativa
que es la maldad,
las alambicadas
estrategias que teje
la podredumbre moral.
La perversión
es sofisticada empresa,
llena de trampas
y de fosos
con hambrientos
y voraces cocodrilos.
No hay nada más sublime
que el placer
de degradar al puro,
que el placer
de torcer
el sendero impecable
del perfecto.
Se acicala Eróstrato,
para con su poder
de seducción,
destruir bellos
e incólumes templos.
Sólo los iniciados
sobreviven
al laberinto carnal
que les hace rodar
hasta la sublime
degradación.
Ruinas vivas
que se han curtido
en las promiscuas batallas
del desenfreno,
en las cacerías atroces
e inmisericordes
del proselitismo
de la bella deflagración.
Rozar el cielo,
mientras uno
se precipita
al crepitante infierno.
Placer
sin norte,
sin puerto,
sin calma.
Bravo mar.
Mar abierto
a las marejadas
de las descarnadas
Parcas.
El tiempo
devora belleza
y la arrogancia
y el placer
finiquitan
inocencia.