Está mi mano pendiente de tu boca, de tu orden, te tu deseo que me arrastra a la dicha que es complacer.
Está mi mente abierta al azul del mar, del cielo, de la brisa, de la espuma que lame en la orilla de arena tus pies.
No quiero pensar, y amar sin norte y temer tu furia, y sentir la sumisión que es el placer.