con el dolor
de quien apuñalado
se desangra.
No hay caricias
en la sórdida oscuridad.
Es esquiva
la suave mano
en este lupanar
de cuerpos
que compiten
buscando la álgida
pasión.
Mi corazón
rueda latiendo
en la aridez
del frío mármol.
No hay amor,
ni futuro,
ni caricias
en la urgente
satisfacción.
Me hace todo
tanto mal,
me desangro
entre tanta frialdad.