los marcan agujas de heno,
arden en el placer
con la ligereza del pasto.
Los segundos de las horas de angustia,
los marcan agujas de plomo,
arden en el desasosiego infinito
con la lentitud
con la que es lamido
por la corriente
un marro.
Si me amaras como yo te amo,
sólo habría un tiempo,
un tiempo muy veloz,
en el que no existiría
este frío lecho de marros.