domingo, 19 de mayo de 2013

Diligencia

Todos los días de lluvia acaban.
Todos los días de sol acaban.
A mil caídas, mil puestas en pie.
A mil ofensas, ya las perdonaré.
Es normal rendirse.
Es normal desanimarse.
No es normal dejar de vivir.
Mares surcados por las tentaciones, se que os atravesaré.
¿Como araré todo el llano.?
No es como araré el llano, es empezar, y ya lo terminaré.
Diligencia, que caro te vendes, y algunos días ¿donde te escondes.?

Tendré el valor

Empapado de tus valores, tendré el valor.
Valentía sin tiempo apenas para pensar.
Portaré la bandera de la victoria.
La haré ondear en el valle, para que la vean las montañas.
Crestas que arañáis el cielo decidle a Dios que que su estandarte encabeza la batalla.
Con demasiado juicio, pero nada juicioso.
Almas llenas de cacarañas temblad.
No esta hecha mi mano solo para la caricia y el consuelo del pobre, sino para empuñar e defender para el el sustento de su cuerpo.
Infectas pústulas de usura el agua bendita os hará desaparecer.
Oculto entre harapos se intenta escabullir el bribón.
No es tu escondite y disfraz seguro y duradero, tarde o temprano te delataras.
En los caballos de plata cabalga tu gloria.
Es férrea su fe para atravesar el pedregal.
Las caídas enderezan los caminos torcidos.
El fuego de mi amor por ti arrasará las empalizadas.
Nada frenará la iniciada renovación.

viernes, 17 de mayo de 2013

Chirriar

Si el pan es caro, el circo es más caro aun.
No solo de pan vive el hombre, pero lo que esta claro es que no vive de circo.
Penurias sobrellevadas a base de alienante circo.
La envidia no solo habita en los palacios, sino también, en las cabañas de los pobres. 
Solo medran los palmeros y eso hace chirriar los goznes.

Oropel, falso oropel

Las mentiras se retroalimentan en los salones de los intereses innobles.
Acecha el colapso a lo no esclarecido.
Zancadillas, palos en las ruedas, empellones para la sencilla verdad.
Protegida de la lluvia roja de la sangre de los heridos y martirizados por las elaboradas calumnias camina la indigna pero erguida de soberbia falsía.
Quien tendrá el valor de enmendar la plana a la vertiginosa corriente que todo lo engulle.
El que no porta armas, ni embauca y con sencillez explica, que complicado tiene hacerse eco y encontrar púlpito.
La credibilidad del artificio, del oropel, del ruido, de las soflamas y las incendiarias tracas.
La verdad no es de este mundo cerrado y obtuso, que se abandona el los ismos anunciadores del vórtice del abismo.

Las últimas filas

En el hospital de la caridad, donde se da ejemplo.
Sintiendo tus postrimerías como las mías, agarrando tu mano en el último suspiro
Mi talento es infinito y mi tiempo no, obligado a elegir, a decidir y vivir en lo elegido. 
Ni se vive en el himpas.
Sera mi sudor el que cimente la torre.
No quiero ser su dueño, ni asentar en ella ninguna cátedra.
Mi discurso ni es lejano, ni tiene amplio auditorio.
No pido tu satisfacción, pido la satisfacción del otro y ya llegara la tuya.
No se dice donde se esta, se esta. 
Y el fruto anónimo, frutos dará.
Sin primeras filas no existirán las últimas, más si existirán los últimos en entrar en la gloria.

Que difícil es inculcar valores

Esta agriado mi paladar tras masticar tantas calamidades.
En el más próximo esta la clave de mis reiterados tropiezos.
En la catadura moral, del que ante el que pide socorro cierra la puerta.
Denegadores de auxilio.
Inoculadores de venenos.
Almas podridas que todo lo infectáis.
Que fácil es trasmitir defectos.
Que difícil inculcar valores.
Aguas corrompidas que agitáis el rencor social.
Mejor estar muerto que condenado a esta eterna agonía de sentir tanta envidia, celos y cólera desbocada.

jueves, 16 de mayo de 2013

Valle en uve

Atrapado por las verticales paredes del valle en uve de las catástrofes.
La última infancia no va a nacer.
Las impías madres no los parirán.
Serán malparidos en las cunetas, en los recodos oscuros de los subterfugios legales.
Se privará al mundo nuevo de los engendrados e irrepetibles bellos seres.
Tal diezma atroz un precio altísimo exigirá.
Vientre agrios que por fornicio y sin cauteles asesináis ángeles como pretendéis rendir cuentas con las manos ensangrentadas al Altísimo.
Que no os cieguen los caducos brillos hedonistas.
Que no os impidan ver más allá de la inmediata bajeza.
Son los ángeles los que con su aleteo alejarán el horizonte de ruina.

El mal aleccionar

Fijar lo ocurrido para aprender y no olvidar.
Tenderos ennoblecidos en días de sudor y duro trabajo.
Es patético que edulcoréis vuestras vuestro ayer.
El esfuerzo es digno y loable, y vuestra prole que vive en la molicie no debe olvidar el origen de vuestro sufrido patrimonio.
No toleréis desde vuestra senectud su caciquismo.
A los que vuestra ralea denosta hoy, sois vosotros ayer.
Os lo digo y vaticino, vuestro verdugo sera vuestro hermano, vuestro amigo, vuestro amante.
Y de un golpe certero y mortal os derribará.
Pero seréis conscientes de todo, de todo os daréis cuenta.
Ese es el castigo del mal aleccionar y diluir en fabulas de nobleza el origen de vuestra prole.
Sentir tu mano en el ejecutor del desenlace y no poder hacer ya nada.

Planear sobre las ruinas

El castro de los suicidas es mi sitio.
Cielos enmarañados de entregruerras.
Fina lluvia que erosiona con su acidez las altas torres de la central.
Los mutantes mueren entre estertores.
Remostoso paraje de radiaciones.
Torturador gradiente térmico.
Días de inactivo calor.
Noches de imposible descanso en el extremo frío.
Postrimerías, voluntariamente buscadas, desacertadamente elegidas.
Precio de rápido, roturador, descarnador progreso.
Intentamos desplegar las alas para no caer más aun y poder planear sobre las ruinas.

Plagas bubónicas


Las torres altas se desploman.
Todo decimos saberlo.
En realidad nada conocemos.
Nada controlamos todo es torrente rápido y arrasador.
Marea humana, pueblo enfervorecido.
Azuzado por soflamas de cólera.
Partidismo, amiguismo, arribismo. 
Erupciones de rojo y ardiente magma.
Anillos de fuego, estranguladores cíngulos, cilicios de redención.
Supurarán vuestras entrañas la atroz infección, viejas enfermedades avivadas en el valle de tormentos.
Plagas bubónicas.
Lavas cordadas.
Nubes de cenizas.
Cuarenta años sin luz.
Nadie se zafará.

miércoles, 15 de mayo de 2013

De acarreo

El interesado desequilibrio.
Bella fabrica de acarreo.
Sillares robados.
Piedra a piedra, hora a hora, día a día.
Quedándote con lo mio y de los demás que explotas pones en pie la torre de tu imperio de usura.
Ladrones de ideas, vidas y talentos.
Parásitos que el sistema ampara y loa.

Siete dedos en la siniestra

Siete espadas se clavaron en su pecho con gran dolor.
Siete dedos en la mano siniestra estigma del fin.
Siete sellos en cada uno de los dedos de la izquierda.
Con cuarteles de tortura en el campo de gules y sinople.
Con esa zafia heráldica se lacrarán los designios de nuestras postrimerías.
Con cuatro dedos se defenderá la diestra.
Mientras se cierran los círculos de los buitres.
En el firmamento rojo, se agita el dragón que acosa a la Purísima.

Sabanas bajeras

Telas sin color, labor o bella trama.
Trapos para zurcir sabanas bajeras y bragas.
Mediocres acomodaticios, que en cualquier sitio vulgar y sin labor encajan.

Sois lo que no me conviene


Guardo de vuestra traición una atroz instantánea.
Guardo de vuestras pedradas un rosario de heridas.
Sin cicatrizar, llagas que los días fríos me paralizan y sumen en pozos de tristeza.
Hoy día plumbeo y de tormenta estoy en esa guarida que vuestro escarnio construyo para mi.
Lo primero que aprendí en este valle de lagrimas es a saber prescindir.
A vivir sin lo que no esta ami alcance.
A no desear lo que aun a mi alcance no me conviene.
Hay estáis vosotros al alcance, de lo que no me conviene.

Reloj de torre de iglesia

Tiempo de arena que se escapa entre las manos.
Tiempo de sol que se pierde en las sombras.
Cuentas de barro que en mis letanías cuento.
Sangría de soles de esfuerzo.
Esforzada proeza ponerme en pie todos los amaneceres.
Sin desidia.
Sin pereza.
Con diligencia.
No es solo mi tiempo es el tiempo de todos.
De todos los que habitan mi casa.
Y a todos ellos le doy su debido tiempo, su debida dedicación, su debido afecto.
Reloj de torre de iglesia que decides cuando llego nuestra siega.
Con tu campana de duelo.
Con tu doblar de tristeza.