martes, 20 de agosto de 2013

Camino de cabras

Se estropea el cuerpo con pasos de riscos.
Camino de cabras por el que se magullan mis huesos.
Alma joven e inexperta tras tanto tropiezo.
Que pocas cautelas estableces.
Reumas de amor.
Artrosis de viajes frustrados.
Vapuleo de días largos y noches cortas de insomnio.
Calma de vigilias donde nada aprendo.
Donde nada enmiendo.
Donde tras un viejo infortunio arriba uno nuevo.

Ruido de profundidad

Palabras sucias que salen de las sucias bocas.
Me cimbrean las retahílas de improperios.
Ruido de cargas de profundidad.
Caladeros de calamidades.
Mi pena es tu alegría.
Mi alegría es tu pena.

viernes, 16 de agosto de 2013

Me tizno

ENTRE CAZOS Y SATENES QUE TIZNAN.
Cómo no sentirse confundido entre tanta fusca.
Cómo no sentirse acosado entre tanta zafia calaña.
Se empañan los espejos con los vahos de azufre.
Sufre mi ser en estas perdidas campañas.
Compañías de despeñadero.
Acompañantes que me despeñan.
Empeño en seguir en tan torpes y nucientes compañias.
Me tizno en la hoguera que quema libros no publicados.
Que destruye obras que no han salido a la luz.
Que sala el suelo donde se nutre el alma del creador.
Me pierdo en las salas donde la envidia fameliza visionarios.
Y donde el que tiene más talento no tiene ni pan, ni agua, ni salario.

En el Hoyo

Lejos del lupanar descanso en paz.
Sin olor a frite.
Sin serenatas de rebuznos.
Sin la soez presión de los buches de grasa.
En un hoyo de paz.
Que no es perfecto pero me sabe a gloria.

Chismosas lacadas

Marmotas lacadas o aturdidas por la laca.
Rezos de carretilla entre desvelos chismeros.
Vivir en cuatro calles. 
Cuatro paredes de cruzados parentescos.
Sueños de encumbradas parentelas.
Clasismo en las misas del sábado.
En las concurridas y peripuestas misas del domingo.
Cuatro cuarteles de miseria y ninguna brizna de gloria.

El desnudo atrio

Corros de iguales.
Corrillos de cainitas que al aperitivo despellejan corderos.
Es la mansedumbre el defecto del puro.
Hienas en círculos para apresar mariposas.
Vuelo de buitres que chapotean en la sangre del apedreado inocente.
Queda la rapiña en el atrio ya desnudo de longevos árboles.
Y corren por el cordel a la avenida, a esperar ovejas para ellos mal vestidas.

El circo de nuestra casa

Ventanas de miseria.
Ventanas para sembrar miseria.
Ventanas para ametrallar a quema ropa tras los visillos a las vírgenes, a los sarasas, a los tramposos, a los que timan.
Olvidando mientras calumniamos que toda esa corte de defectos también los tenemos en casa. 
Que difícil se nos hace salir y mirar por nuestra ventana el circo del interior de nuestra casa.

Cables soterrados

La plaza de los soterrados.
De las fachadas edulcoradas.
Para no perder comba, hilo y brillo.
Con lo publico acicalo mi casa.
Con el acarreo de antaño restaño fisuras.
Y desiembro las dudas sobre mi fortuna. 
Cacarea el pavimento pela tacones que son duros los adoquines de la plaza que brindo a los míos por mis santos y secretarios cojones.

Brillando a rabiar

Estilismos imposibles en verbenas de pueblo.
Nunca sé es lo suficientemente puntero.
Nunca se está lo bastante a la últimas.
Últimas filas brillando a rabiar.
O brillando con rabia INFINITA.
CIRCO y no de romanos en la plaza de Gabriel y Galan.
Domadoras de infortunios.
Desafortunadas domando visitas a la nevera.
Congelado me quedo yo, viendo como La plaza ruge llena de rutilante STAR.

sábado, 10 de agosto de 2013

Los aturdidores efluvios

Viola la mirada de la zorra el territorio de mi alma.
Escudriña presas para diezmar mi harén de amor.
Los pasos de pedernal hacen crujir el suelo de madera.
Pesadez de oscura tabernera curtida en las lides de los aceos vinos y los sabrosos chismes, con los que, por envidia de inferior, la peor de las envidia, ametrallar ángeles, gorriones celestiales que tras las demoledoras calumnias, marchan a otros reinos lejos de los campos de minas de la matrona ajada y sifilítica, que nunca a la luz del sol un solo día brillo.
Vida entre vahos de recuero y vinagres.
Dramático star entre los aturdidores efluvios.

Corderos sin macula

Nada de lento a la cólera.
Nada de rico en piedades.
Nada de lo que me pide mi Dios hoy albergo.
He amanecido en desatada tormenta.
En un campo de truenos.
Cercado por regueros de pólvora.
Extramuros, tras los limoneros de luna.
Huele a carne quemada.
Son las baladronas quemando santos.
Brasas cadentes que laceran la carne pura.
La carne de los corderos sin macula.
Desmonta la tropa de zainos la torre del este.
Hemorragia de sangre pura.
De sangre roja de mártir.
De sangre sombra, que eclipsa las malas acciones con su inactiva presencia.
No te soportaran los toneles de inmundicias.
Porque eres el espejo de purezas.
Que les recuerda perennemente su zafia existencia.

Duelo de agosto

Solo yo sé lo grande que es mi alcoba.
Solo yo sé como está de apuntalada mi casa.
Solo yo sé las lagunas de mi trastienda.
Carcasa de brillos de protección.
Bellos acantilados a los que es mejor no acercarse.
A solas los vicios.
A solas las lagrimas.
A solas el saciar el pozo de las insatisfacciones.
Efectos placebo, sustitutos de amor.
Como catalizar tanta angustia.
Como llenar mis salones de aire nuevo.
Como aprender ahora a soportar la desnudez.
La desnuda verdad.
La fresca verdad.
La verdad que escondo por miedo a que el pueblo zafio me queme en la hoguera de San Lorenzo.
Duelo de agosto entre mi yo púdico y mi yo impúdico.
¿Quien ganará.?

viernes, 9 de agosto de 2013

Descarnado beso

BESOS DE DESCARNADO DOLOR. 
ENTRE IGUALES EN SACRIFICIO, ESCARIFICACIONES Y ESFUERZO. 
EL AMOR DE LOS APALEADOS POR LA VIDA. 
POR EL INJUSTO DEVENIR.
CORRIENTE GÉLIDA DE DESATINOS.

Treta de grupo

No me temblará la mano.
Inclemente seré en ese futuro que ya no esta tan lejos.
Dedos rateros.
Alucinaciones en grupo.
Tropa que rendirme intenta amparados en el número porque por separado no pueden.
¿ Soy tan altanero?
¿ Soy tan pedante?
Soy el que teméis.
Grupo de alimañas que en la jauría se amparan y en la treta de grupo cazan.

Agosto de secas tormentas

La belleza pasa, pero el dolor se enquista y permanece.
Sin alivio de luto.
Al calor sofocante de las brasas de San Lorenzo.
Sin brisa y sin perseidas.
Sin esperanza en este febril infierno.
Agosto desquiciante de secas tormentas.