lunes, 24 de febrero de 2014

Todo va a la mar

La muerte llega a traición.
Aunque no cojas callejas recoletas.
Siempre nos espera un pleito. 
Agazapado en las cunetas, entre las zarzas.
Los que escapan de las levas.
La valentía que da el oro.
Y la cólera que genera estar relegado a la sombra.
Ni tras la custodia.
Ni tras el armiño.
Ni tras la piel de la zorra.
Ni Dios nos salva de la intriga.
Ni Dios nos salva de nuestro risible fin de vida de tragicomedia.


Querencias perras

Esquina de los vientos.
Vientos de venganza.
Da amores truncados en el odio de las zarzas.
Lazareto de mis ruinas.
Vidas de enfermos de desesperanza.
Querencias perras.
Dolor de piedras en el bajo vientre.
De espinas hondas en los pies.
De camino empeñado en el duelo.
De cerros inmisericordes que por promesa tengo que escalar.
Si solo caminara por mi ya me habría rendido.
Y mis huesos en el valle tus buitres ya habrían esparcido.



El amor nada somete


Uno se habitúa a la gratuita generosidad porque esta no pide ningún arancel.
Y la encuentra lógica y natural, la ve obligación.
Pero el receptor no se obliga, a resarcir esa dádiva, a compensar con generosidad ese gesto.
Más bien osado muerde la mano desnuda de poder y vestida de entrega.
Muerde la mano que da y besa la mano que empuña un machete.
Besa y lame las botas de quien lo somete.
La caridad ni ansía, ni quiere la cúspide, pero tampoco busca el desprecio.
El escarnio, que el socorrido despóticamente le propina .
No rinde el amor sin medida, no esclaviza la entrega. 
Sólo somete el temor y el arbitrario desprecio del dominador

Enrejado durmiente

Me despierta el amargo café al tímido sol.
Huye entre nubarrones.
Huye entre trinos proféticos de lluvia.
Huye entre avaros rabilargos.
No se levanta la niebla que se marida con el humo bajo.
La esquelética parra enrejado durmiente tamiza pobreza.
Y yo despierto de la sombra con un negro y amargo café.

Hijas de la vida

Me he refugiado entre las hijas de la vida.
Para a prender a vivir por dinero.
Para enfundar con descaro mi apocado espíritu.
Para practicar la voluptuosa usura.
Teatrillo de gemidos.
Necesito atender heridas y es cara la caridad.
Y plantar batalla a las huestes que al pobre saquean.
Necesito acercarme al mundo para aprender sus fisuras.
Nada es elevado, nada es solemne.
Todo renquea en el mismo sitio, en la obscura alcoba.
Vicios que abren puertas, vicios que salvan vidas.
Necesito aprender teatro para en la mentira piadosa salvar el mundo.

domingo, 23 de febrero de 2014

Los bellos rostros

Arqueros de los prejuicios.
Cubiertos de tierra y polvo.
En el boscoso cerro de los traidores.
Hondas reflexiones de bellos rostros.
Es la sinrazón de los agravios.
El miedo a prometer vasallaje al mejor rey.
Y negar el galardón de la victoria al vencedor.

De un manotazo

Fue un manotazo el que aparto la luz mortecina.
Infeliz que quiere morir.
Pensamiento que cerrando los ojos solo quiere contemplar belleza.
Belleza de sombras que alimenta el pesar.
Fue un manotazo el que descorrió la cortina para que la infamia pueda pasar.
Luz sobre el sufrimiento.
Luz para dejar de sufrir.
Solo enloquece el que no ve la zafiedad de la belleza rubia.
Solo enloquece el que no quiere a la cara la cruz contraponer. 

Manos de príncipe

En la estancia de las toscas y enyesadas paredes.
Parco espacio para escudriñar últimas voluntades.
Manos que denotan altura de príncipe. 
Príncipe que se despide como un simple mortal.
Leeré las palabras que no grito su garganta.
El forcejeo de quien no ha nacido para resistir.
Bellos bucles de oro que desmadejo la postrimera hora.
Azul opal que disfraza desdichas.
Hay tormentas que asolan palacios.
Hay palacios que no protegen de las tormentas.
Intrigas que fuerzan a la propia mano, a hacer lo que la mano cobarde incita.
Sin huellas del crimen.
Solo la dulce huella de la elegida entrega.
Manos de príncipe, que al príncipe ahogan. 

Besos de praliné

Borrasca de pasión pueril.
Que como llega se va.
Dejando solo charcos someros.
Un pequeño desorden en el jardín.
Y un suave olor a húmedo tropiezo.
En el amargo sabor de los chicles de fresa.
En las labios que besan mientras chupan un polo de limón.
En la febril pesadilla de lo no consumado.
En la caricia a través del grueso abrigo de cheviot.
Esa fue mi derrota. 
Que lavo en los chascos.
Que oreo en el jardín.
Que intento borrar bajo la tormenta.
Besos de praliné.
Caricias entre apuntes.
Entrelazados  los dedos para sentir en ingenuos gestos lo que realmente era el amor.
Joyel de valor incalculable con el que alimente el hambre de brillos de los grajos. 

Hombres, perros y mariposas

Tengo un perro que cree  ser una mariposa.
Y salta con amor a mi regazo.
Cuando su corpulencia es un trompazo.
Niños grandes que no quieren perder el pecho.
Hombres-perros que siguen empeñados en dormir entre mis brazos.

sábado, 22 de febrero de 2014

Amores de sombras

Con el motor en marcha.
Con prisa será el adiós.
Contenida pena.
Contenida por poco tiempo.
Reprimida solo un instante.
Voluntariamente perder.
La conveniencia de esta despedida.
Son las puertas que deben permanecer cerradas.
Son las puertas que no deben abrirse.
Amores de sombras abocados a perder.

Ranas de agua bendita

Damas que alivian la miseria humana con impecables guantes blancos.
Moscardones del brillo, del relumbrón de la caridad.
Filas terrenas ganadas en el altruista egoísmo.
No mancha el pobre, pero quizás destiña.
Recompensa de epítetos y curia.
De tardes de pastas y te.
Y de fiestas y bailes de beneficencia.
Ser santo en la tierra y tener altar, exige falsa caridad.

Sanguijuelas fatigantes

Los que dejan su carga para que otros la carguen.
Los que con nada cargan.
Los que son una carga.
Rémoras exigentes.
Sanguijuelas fatigantes.
¿Lo que el parásito no carga donde va?
A las espaldas generosas del que con todo carga.
Gandules que abandonáis a su suerte amores, flores y bellos seres.
Vagos desalmados que abandonáis hijos, trabajo y canes.
El doble trabaja el que tu carga asume.
Y tú egoísta aun reclamas amor y dinero a un sistema de amparo. 
Que ciego ampara a cargas que como tú todo lo descargan.

Continua el terror

Nos toman por torpes y tontos.
Nos quieren contentar con un teatrillo de guiñol.
Con una flaca ofrenda que por su engañifa ofende.
Estrategia de guerra para recuperarse en la tregua.
No es acertado el titubeo en el calificaros.
Y yo aun sin sangre hoy os retrato.
Erais terror, sois terror y la cosecha que recogéis esta regada de sangre y terror.
En la paz y en la batalla libre no existirías y ese eso os asusta por eso las armas no entregáis. 

Perdigueros

Con los pies muy frío, encharcados, sintiendo el barro del suelo.
Entre las vacas, que ignoran que tanta comida hoy es por que mañana van a morir.
Como una cabra las persigo, saltando tapias resbaladizas de terciopelo verde de invierno.
Las empujo a la plaza donde esta su encierro y los manjares.
Engañadas en el instinto para en un instante cautivas ir al matadero.
Perderán de vista el valle de los centenarios robles que planto mi bisabuelo Benigno.
Y sentiré un día más la pena y el dolor de este roturador mundo, que para subsistir devora tanta belleza.