miércoles, 28 de marzo de 2018

El tiempo tasado


La luna nos llama, cuando se acaba el tiempo tasado.
Se acaba el calor, cuando se evapora el tiempo.
Lividez tras la perdida frescura.
Rigidez y dolor tras el ultimo aliento.
La luna nos llama y tras la marcha cierra la puerta y finiquita el adiós.
Tiempo finito, efímero, malgastado.
Besos estancos, besos de fríos rescoldos, besos que abren el olvido.
Somos vulgar hojarasca que pronto se descompondrá.
Energía que construirá quizás futuro.
Pocos son los llamados a la gloria mundana.
Pocos muy pocos serán pedernal.
Sólo polvo, polvo sin proezas.
Polvo de olvido.
Miseros granos de arena, en el anónimo arenal.

martes, 27 de marzo de 2018

Defectos perfectos


Defectos perfectos.
Maculas que nos hacen únicos.
Rarezas de visionario.
Brillo cegador de colosalidad.
Maravillosas taras.

domingo, 25 de marzo de 2018

No es buena la piedad


Dejamos vivas muchas alimañas, sólo porque creemos que es buena la piedad.
Por la caridad entra la peste, por ser caritativos recibimos mortales cornadas.
Teatro de mezquinos que solo saben parasitar.
No perdonar nos alarga la vida.
Impedir que se vuelva a acercar a nosotros quien nos traiciono, es una muy sabia decisión.
Etiquetar venenos, nos impide volver a cometer el mismo error

Nubes férreas


Lechos de espinas son los días felices en los amaneceres de derrota.
Nubes férreas que lloran frente a mi ventana.
Recordar es una atadura, es un ancla.
Recordar genera nostalgia.
Lechos de rosas marchitas, que ayer embriagaban jugosas.
Hay tantos lo siento, por decir.
Hay besos de borrasca.
Hay tantos te quiero, embridados.
Quizás en la cumbre no este la gloria.
Quizás la gloria, habite en el llano.
Islas de negro pedernal.



sábado, 24 de marzo de 2018

Qué se pide a Nuestra Señora del Buen Varón


Cuando el amor se resiste, es que ha llegado el momento de recurrir a los Santos, porque si uno no lo hace, se queda para vestirlos.
Los juglares, cantaban en el atrio que hay delante de la portada románica de la Iglesia de los Hoyos, romances de bellas y devotas doncellas que ponían velas y exvotos a María, para pedir y agradecer los milagros de tan conseguidora imagen, doncellas que habían encontrado el amor tras la intercesión de Nuestra Señora del Buen Varón.
La fe obra milagros y la devoción hace el resto, y en ese capitulo, entra peregrinar a lugares telúricos, como la Iglesia de la Villa de los Hoyos.
Dice la tradición, que no hay nadie mejor para encomendarse en cuestión de amoríos, que encomendarse a María y sobre todo a Santa María del Buen Varón, advocación que ha amparado a muchos varones linajudos de la muy noble y leal Villa de los Hoyos.
Todo este pedir y rogar viene de muy, muy atrás. Pedir a los Santos un buen casamiento, pedir que nos hagan colisionan con el salvífico amor, con el mejor amante, es algo muy arraigado en el acervo de esta Sierra de Gata. En esta Villa de los Hoyos, siempre se ha pedido este favor sobremanera, a la antiquísimia talla de María, imagen que vino con las batallas, que llego a los Hoyos expulsando moros, Virgen de reconquista.
Es una Virgen de campaña, es una Virgen de pequeñas dimensiones, Virgen de astures, navarros y vascones, Virgen a la que profesaba una gran devoción el Ducado de Alba. Es una talla que desde el origen de la Iglesia de los Hoyos, ha presidido siempre el altar mayor. Entre nubes y querubines está hoy en el centro del catedralicio y churrigueresco altar, flanqueada por San Ramón Nonato y San Bartolomé y su terribilidad.
A  esta escultura en madera policromada de la Virgen del Buen Varón, se le pedía valentía, se le pedía la dicha de que nos traspasará el dardo del amor profano, se le pedía que nos logrará el mejor amante posible, se le pedía un amor valiente, que nuestro amor amante fuera un hombre aguerrido y clemente.
María del amor ferviente, del febril amante, del solicito compañero que nos ilustra con caricias el Cantar de los Cantares.
También, uno se encomendaba en las manos de Nuestra Señora del Buen Varón, para perpetuar con el mejor, con el Buen Varón, un linaje. Se buscaba con su amparo, al mejor heredero de nuestra sangre, al hombre audaz, al buen hijo y esposo, al perpetuador de la estirpe, al emprendedor que buscara fortuna incluso allende los mares, y que cumpliera escrupulosamente con las leyes de la Santa Madre Iglesia y  con las normas de la casa matriz de sus ancestros, y que por ende diera venturosa descendencia al solar y al blasón patrio y familiar.
Buen Varón, dos palabras que definen la felicidad de una estirpe. María del Buen Varón, una advocación mariana, que desde el siglo XIII y desde la telúrica y mágica Iglesia de la Villa de los Hoyos, obra milagros y empareja a quien se lo pide, con el mejor amor posible y con la descendencia más aguerrida y conveniente.

viernes, 23 de marzo de 2018

Matador


Impermeable a los ambientes cáusticos.
A la corrosiva intemperie de los desafectos.
Seres viciados que se refocilan en la molicie y en la critica insana.
El star no tiene fisuras, el falso brillo ante la disección se resquebraja.
Es rasante el plomo de la zorrera, el negruzco vaho que envuelve a Luzbel.
Somos la martingala de nuestras vacías horas.
Somos escaparates que ocultan el desasosiego.
Te mido en las bambalinas de tu tragedia.
Te mido en surcos de tu rostro sin afeites.
Al sol las farsas nunca se sostienen.
Al sol nadie cree las patrañas.

jueves, 22 de marzo de 2018

Desde el ostracismo


Suelo crear maremotos, desde la última fila.
No necesito la preeminencia, para acorralar delincuentes.
Desde el angulo oscuro, ametrallo indecentes.
Desde el ostracismo, marco el ritmo del sainete.
Triste el que piensa, que señalar invalida al inteligente.
Desde las recónditas costas, se genera la salvífica perturbación.

domingo, 18 de marzo de 2018

Triste bullir

 

Estar triste es bullir, es efervescencia, triste efervescencia.
Somos tormento, la creatividad es tormento, torturadora tormenta.
En el infierno habitan los ángeles caídos que se quieren levantar

A no ser que me seguéis la vida


A no ser que me seguéis la vida, con mi pluma os crucificaré.
Es el error del cretino, subestimar al de enfrente, enfrentarse inconscientemente a quien tiene conciencia.
Tengo tiempo y talento suficiente para desenmascarar patrañas y retratar delincuentes.

La fabula de "Martingala, el gusano rastrero y arrastrado"


Los gusanos, tras la metamorfosis devienen mariposas, pero erase que se era, una ingenua mariposa, que al salir de la crisálida, le hicieron creer que era una fiera, era una poderosa pantera, grácil, felina, astuta, elegante, le hicieron creer lo que en realidad no lo era.
Martingala, era sólo era, una marioneta, una mariposa, manejada por la malicia del oscuro, del turbio brujo del mezquino interés, del soberbio hijo de Belcebú y la Peste.
Pobre marioneta presa de los hilos que la mueven y manejan, de la tela de araña que la confunde y amarra. Pantera rosa, princesa de las mandangas, incauta pelusa, que presta baila los sones que le dicta el baladrón, el cainita príncipe de la envidia, el atormentado desclasado, que odia la superioridad que le negó natura y destila celos que le enturbian la risa, que le emponzoñan el alma, si tiene alma, porque Barrabas no tiene alma, sólo tiene pestilente azufre, que le hincha e inflama con la cólera del malnacido que es.
Mariposa, presa de las patrañas, de la liada urdimbre de zarzas que te encarcela, vendida por unas migajas, que te hacer creer que eres reina de una selva, que no controlas y que te supera.
Martingala está embarbascada por las aguas del poder, por el barullo de hilos que la mueven, por los nudos, que como cepos la torturan, con la calentura de un star, que le negó natura.
Martingala, es un gusano alado, una pupa de colores, una colorida fantasia.
Martingala, es su propio enemigo, es un guante que todo lo aguanta, un guante que no manda, es un mandado, un guante enguantado, es una pluma ligera y atontada, es una pavesa poco leída y nada versada, es una estúpida comadreja enharinada.
Martingala es ventosidad, que vaporosa apesta la encopetada sala, en la que firma los papeles que le condenan.
Soñamos con ser lo que no somos, y creemos a quien aviva con intereses de mercader, el sueño que anhelamos.
Triste sino, el del que propaga que manda y es un mandado, el del que dice que vuela y es un ser rastrero y arrastrado.
La moraleja que se extrae de estas palabras, es que más vale ser Rey de tu triste parcela, que parcelero de la regia patraña.


La fabula de "La Zorra y el Palomar"


Erase una vez, que había una Zorra que tenía un Palomar.
Una Zorra que tenía una torre vigía, una atalaya, una albarrana tribuna para propagar alcahueterías.
Esa Zorra titiritera, que entre los habitantes del páramo causaba sonrojo y asombro, era una vulgar despelleja corderos, venida a más por obra y gracia de la fortuna.
Era rica, que no interesante, era rica, que no instruida.
Una fortuna, que a La Zorra, la hizo desafortunada y la convirtió en una Zorra sin oficio, osea desoficiada.
Una fortuna, que la forzó al vicio de otear, a pregonar desde tan maléfico púlpito, calumnias y chanzas.
Así ella, La Zorra, se sentía algo, se sentía importante, sentía en la humillación del prójimo, el placer que sólo sienten los bichos de muy, muy mala ralea.
El vulgar Torreón de Mataperros, como era nombrado por sus vecinas las pamplineras, que le hacían la corte para devorar pitanzas.
Amigas falsas, que entre alharacas se ponían ciegas a su costa.
Es el triste sino de la verdulera, rodearse de hipócrita e interesada corrobla.
La Escuerzo, La Chinche y La Urraca, la cubrían de falsos halagos, de virtudes, embustes adornados desde sus talentos marrulleros, de sopíparas traga viandas.
Ella, quería creer, y ellas, para comer necesitaban ser creídas.
Alma vacía que necesita ser hinchada por la adulación, por el viento frío de la vanidad.
No hay Reina sin corte, y estas tres alimañas, eran las damas de la corte de la cámara de la Reina del Palomar.
La Zorra de la torre y los peones del morapio que eran las tres comadrejas, en las tardes de lluvia, zurcían con atroces costuras los estandartes del solar baldío, los libelos para ametrallar gorriones.
Tanto airear trapos sucios y hondear bragas peías, desde la torre de las calumnias, la convirtió en blanco nada níveo, de todos los animalillos damnificados, de todos los animales buenos, que habían soportado estoicamente, tanta vileza y reiterada chanza.
Así todo esto, fue generando un agrio poso con el correr de los años en el Valle.
Y La Zorra se vio marcada, cercada, sitiada en su zafia plaza, en el cuartel de las víboras,
en el estaribel obrado clandestinamente para dominar y delinquir en el llano.
En el santoral, hay Santos para todo, y los habitantes del páramo, hastiados de tan nefanda calaña, estaban pacientemente esperando, que llegara San Martín.
Es la vida le dijo La Ardilla, a la aguardentosa de La Becerra:
- Esta hija de Satanás ha dado con la horma de su zapato, y se de buena tinta, que le van a derribar su Palomar y que tras pasarla a machete, la tirarán al pudridero, para que se den un festín Los Grajos.

De todos los cuentos debemos sacar su moraleja, y de este, debemos aprender que los caminos de la maldad nunca nos llevan al éxito y que sólo desde la verdad se alcanza a tener sinceros amigos.
El Santo que no obra milagros pierde su altar y se destina la hornacina vacante, para quien los puede obrar.

sábado, 17 de marzo de 2018

Más plástico que peces


Más plásticos que peces.
Más miseria que bondad.
Tiempos urgentes de residuos tóxicos.
Nuestro bienestar genera mares de suciedad.

Los pequeños sacrificios


Hay victorias espurias.
Perdemos el alma, siguiendo a algunos sátrapas.
Nos enredamos en las zarzas del baladrón, con nuestra tibieza.
Pena el sensible con los pequeños sacrificios, que son los que nos privan de la felicidad.


Ondas excentricas


Siempre nos hiere el abandono cuando no hay brisa.
Cuando es imposible ocultar que sangramos.
Cuando el circo aplaude a la titiritera foca, que hace malabares con la pelota en su hocico.
El dolor acontece con una banda sonora de risas, que opacan el nácar del llanto.
Todos es perturbación  en la pena, estanque de sargazos y ondas excéntricas.

El infinito siempre nos hace de menos


Cuando el paisaje es incierto y el las barracas del arrabal los truenos desorientan golondrinas.
Quien acunará el futuro, quien avivará el fuego.
Todos es plúmbeo gris, amanecer de cenicientas madrastras.
Lluvias ácidas que fulminan las briznas.
Si me hubieras querido, como yo te quise a ti.
Si hubieras sentido, el calor de mi animo.
Próximos estamos a los más distantes.
Damos gritos ensordecedores que el que indolente que duerme a nuestro lado, nunca oye.
El infinito siempre nos hace de menos, la enormidad insignificantes.