jueves, 11 de febrero de 2021

Sin gallardía


Yo te busco en el fuego.
Yo me abraso y te busco.
Piedra a piedra edifico mi ruina.
Castillo roqueño de desprecios.
Busco tesoros en campos prestados.
Y soy incapaz de en contra gallardía 
en los cimientos de mi ruina.

miércoles, 10 de febrero de 2021

Todo en esta vida es repetirse y yo de ti nunca me sacio




Soy un inadaptado príncipe que nunca fue a la guerra.
Soy un Ángel caído porque no aprendió nunca a volar.
Soy agua que tus manos abiertas no retienen.
Soy brisa que se entretiene secando charcos.
Es mundano mi sino, es rasante mi cauce.
Soy por ti, y sin ti no sé quien soy.
Busco ser redimido, ser atada a un puerto.
Busco que tu certera mano, me aparte de la furia de las corrientes.
Sin tus ojos no puedo ver el mundo.
  

martes, 9 de febrero de 2021

Libre


Es bálsamo tu desprecio, porque es señal de que mi presencia te hace daño. De nada sirve vencer, si no se festeja y se hace ostentación de la victoria. Mis días sin ti se me hacen interminables, porque como ave libre que ahora soy, me da tiempo a ver de todo.


Carceleras orillas


Pocos placeres son equiparables a vencer la adversidad. La carrera de obstáculos que es vivir, sólo cobra sentido tras alcanzar el éxito, esa pirueta mortal, que es controlar todo lo que la torrencialidad de estar en este mundo, ha desmadrado.
Se postró en la cama, se dejó hacer, se dejó acariciar por aquellas manos ya encallecidas tras la larga travesía de la soledad. La devastada hermosura inundaba la habitación.
El río de sus vidas había llegado al mar, a un encabritado mar de placer postrimero, de un placer contenido y sublimado en la bravura de las cumbres de la juventud. Amar no es fácil, no es fácil que un río no se tope con obstáculos, algunos imposibles de sortear e imposibles de volver romos en segundos, cantos cortantes que nos desgarran las tiernas carnes, heridas por las que se desangra el alma. Cauces contenidos por las carceleras orillas de la adversidad.

Su latido


No me importa el final de las historias, siempre pierdo interés en el camino, al primer traspiés me canso y abandono, quizás, sólo quizás, esos sean mis finales, tirar la toalla a la primera adversidad. Rozo el cielo y abandono, creo que jamás he ansiado poseerlo. 
Me empalagan los besos regados en alcohol, pero esos son los que casi siempre obtengo. Creo que vivo rápido y saboreo poco. Me gusta morder los caramelos, destrozar con mis dientes el dulzor, no soy de alargar el placer chupando lentamente. Sé que me canso con facilidad, que a mi tambien ellos me usan y me desechan. Hago lo que conmigo hacen. Sé que después de los primeros días, de los primeros galopes, después de sentir como se han mezclado nuestros sudores en la torridez de los encuentros, sólo quiero y busco lavarme, estar solo, vaciarme, desanclarme y flotar a la deriva en las nuevas y urgentes corrientes.
No tengo una vida perfecta, aunque alguna gente así lo quiere ver, es el empeño de ver el mundo envidiando, de tal modo que pasamos por alto todas las taras del envidiado. Yo también hago lo mismo al desear, al querer exprimir en un abrazo el jugo de mis partners, de los cuerpos idealizados tras los tragos, tras la ropa cara que modela formas muchas veces inexistente, y que otras veces desdibuja sublimes sorpresas.
Es tan perturbadora la desdichas, es un temor que a mi me agita tanto, que huyo despavorido de ella en cuanto atisbo su olor en el horizontes. Quizás, sólo quizás, por eso bebo. 
No suelo despertar con nadie, pero aquella mañana rompí esa norma, no sé aun porque extraña razón decidí amanecer abrazado a aquel cuerpo, a aquel desconocido sobre el que reposaba mi cabeza escuchando sus latidos. 

martes, 26 de enero de 2021

Crepita el infierno


Tras la fina piel crepita el infierno.
Teatral barrera que todo lo esconde.
Es la suavidad mi aliado, nadie imagina mis tragedias.
La quemazón hurga en mis entrañas y arrasa con la calma que artificialmente impongo.
Soy de natural colérico, soy de natural vandálico.
 


Bésame


Mordisquea 
tu insaciable furia 
mi pureza 
y yo rendido 
consiento 
tanta tropelía. 
Si me juraras amor eterno, 
quizás 
a todo tu torrencial deseo 
consentiría. 
Me desordenas 
con tus fantasías, 
con tu inadaptada malicia.
Bésame antes de yacer, 
que sólo encuentro 
placer en tus besos 
y me desordena tu brío.
Bésame que llega el día 
y el alcohol se evapora 
con la luz del nuevo sol. 
Bésame y convénceme 
de que quererte, 
es soportar 
este infierno 
sin salida.
Bésame 
y sálvame, que muero 
con el luz 
del nuevo amanecer.


Recta infinita


No me digas trivialidades, 
no me hieras más. 
Sólo la mirada sin niebla 
me hará volver a creer. 
No me castigues más, 
ya soy ciudad arrasada, 
por la cólera del amor 
sin respuesta. 
No me mires más 
que me desnudas 
y mis entrañas 
no soportar esa indefensión, 
no temo a nadie, 
más tu desdén 
me atropella 
en esta recta infinita 
sin descanso 
que es perseguir tus besos, 
tu boca fresca 
e inalcanzable 
que me lanza 
a este frenesí, 
sin respuesta , 
sin recompensa, 
premio,  
sin medalla.

lunes, 25 de enero de 2021

Ridículo


La preñez, 
tiene mucho de ridículo, 
de drama intrascendente, 
de pesada broma.
La preñez, 
que es estar 
embargado de amor, 
loco amor, 
loco y no elegido amor.
Los soles, 
atropellan nuestro rostro 
y nosotros seguimos pensando 
que mañana, 
podremos afrontar la verdad.
La verdad 
es azúcar 
en el mar.

domingo, 24 de enero de 2021

Huyo


Huyo de la serenidad 
buscando tormentas, 
naufragios, 
incendios.
Fuerzo estados de ánimo, 
me desordeno, 
buscando romperme 
en mil pedazos, 
para recomponerme 
bajo una nueva forma, 
intentando mudar 
un ser que se ahorma 
a cualquier coraza.
Me impregno 
de los olores de otros, 
me impregno, 
pero nunca lo suficiente.
Nada mancha,
ni opaca 
mi anacarado oriente.
Busco traspasarme 
con la espada de la locura 
y enredo con los cortantes filos 
de mil cristales.
Me desangro, 
más no muero, 
y los nuevos soles 
reclaman su sacrificio, 
y yo, obediente devoto, 
me inmolo en el altar 
de los lupanares.
Prohibidos placeres, 
que me acarcaban  
y descarnan.
 
Huyo de mi, y nunca consigo dejarme atrás, 


viernes, 22 de enero de 2021

Aliviar

 


Brilla el sol en el horizonte emborronado de niebla, 
siempre nos aferramos a ese resquicio de luz 
en las mañanas frías del desánimo, 
cuando saturados de tristeza 
comenzamos a aliviar ese dolor 
con el llanto. 
Nada pesa tanto como las lagrimas,
nada libera tanto como derramarlas.

jueves, 21 de enero de 2021

Ernesto Correveredas


Ernesto Correveredas, sentía el dulzor y la picazón en sus labios, abrasados por los juegos del placer, por la barba áspera y densa de Julián. Nunca deberíamos necesitar permiso para amar, necesitar el beneplácito social y familiar para esas transacciones de placer, juegos abrasadores que escapan a todo discernimiento. 
Los Correveredas habían nacido con aquel pueblucho, eran de los de allí de siempre, no se entendía la historia de Torseco de Zarza, si ellos. Banco en la primera fila, reclinatorios en la puerta de la epístola, altares con su heráldica, casa blasonada y fincas dispersas por todo el termino, amen de estar emparentados con lo poco granado de la villa.
El vicio, elige por nosotros, escoge sin tener en cuenta rango y alcurnia, los besos más sublimes nacen en los arrabales, bocas carnosas que solo deberían abrirse para ser receptáculos de placer.
Julián Costa, era hijo de Mauricia Coín, casada con El Costa, como llamaban a Melitón, un pescador muy sarasa, que el pueblo sabia que no era el padre de ninguno de los hijos de La Mauri que llevaban el apellido Costa. Mauricia era una mujer ancha, despachada y sabrosa, de risa fácil y boca grande, una mujer que tras enviudar con tres hijos del fanfarrón de Fabián Zote, se casó con Melitón. 
El Zote, era un hombrón, brabucón y pendenciero que desfloro y preño a La Mauri, cuando tenia sólo dieciséis años y que la desposó, tras ver que el churumbel era clavadito a él y cuando ya había preñado a La Coín, de nuevo.
El Zote, le dio muy mala vida a Mauricia, por eso siempre se sospecho que el trastazo en la cabeza que se lo llevo al otro barrio, se lo dio ella, harta de tanta golpiza y de estar encerrada en casa. Cuando alguien marginal como El Zote, se muere, poco o nada se investiga, y eso hizo el sargento, cerrar el caso considerando que el golpe fue accidental, algo que también corroboraron el medico y el juez, Don Fausto Correveredas Mendieta,  
Y es entonces, cuando el circulo se cierra, y el primogénito de Don Fausto, Ernesto Correveredas, se prenda del recio Julián, el de La Mauricia, de su barba negra, de su duro pecho, del pedernal de sus brazos y sus piernas, de su parco discurso, de sus ojos de color miel y de su olor a mareas, se trastorna con sus mugidos y con sus embestidas, se enamora y se revuelca con él en la arena. 

miércoles, 20 de enero de 2021

No soy tu Rey


Acaricio las espinas de tu piel 
y en mi herida lengua, 
florecen palabras de amor.
Buscan mis labios 
la rima de tus suspiros, 
el herido gemido 
que siembra el placentero dolor.
Mi ansia se encabrita 
y desbocadas 
mis manos 
sin auriga, 
rinden con locura 
tus inexpugnables baluartes.
No soy tu Rey, 
más tu boca 
así me proclama, 
y yo me entrego 
a la ilusión 
de tan grato reinado 
y tan febril poseer.

Corto


En el barro 
de las últimas lluvias 
garabateo promesas, 
porque sé que las voy a traicionar.
Abrázame muy fuerte 
que no soy de fiar.
Amárrame muy corto
que te puedo engañar.






martes, 19 de enero de 2021

Libre, solo y vacío


Con su mano izquierda, le cerro los ojos, mientras su mano derecha seguía empeñada sobre su pecho, en sentir el latido ya inexistente de su corazón. Las despedidas saben a niebla y a hiel.
Sebastián, sentía como se desangraba por dentro, no por perder a su madre, sino porque perdía el referente para seguir allí, para seguir aguantando aquel infierno. El abismo se abría ante él, el vértigo de un horizonte fatal e irremediable. Aquella noche fue enorme, negra, inmensa. Pero tras la deflagración, uno se recompone, tras llorar un océano, tras perder la tersura, la sonrisa, el brillo, uno, aunque tarde se levanta.
Era libre, torturadoramente libre, tristemente ajado pero estaba desatado. Era libre, estaba solo y vacío, y ansiaba sacrificarse por aquel placer que siempre se había negado, por aquella pulsión que clamaba, a pesar de estar encerrada bajo siete llaves, con indómitas voces.