sábado, 21 de diciembre de 2013

Me ciega el amor

Me ciega el amor, el amor desmedido y el perdonar constantemente sus errores.
Quizás sea que no quiero ver y sigo esperando que vuelva la que yo conocí.
Son las malas pasadas de la idealización, olvidar en segundos los crímenes que hace el ser amado. Ha vuelto a hacerlo, esta mañana he tenido que enterrar yo el cadáver y hacer desaparecer las pistas, soy cómplice de crímenes por amor, por un amor ciego que se niega a ver su instinto, esa pulsión que no sabe domar, que yo no sé reprimir.
Yo traje a casa a la víctima, fue mi insensatez, mis ganas de olvidar que es así, hicieron que volviera a caer, yo puse el tropiezo a sus pies.
Lo he enterrado en el jardín, con los otros cadáveres, mi caridad con los desvalidos les cuesta la vida. Sé que mañana volveré a tropezar, Tirma es una cazadora nata y termina matando a todos mis futuros desvalidos gatos.

Hermanas amantísimas

Su vivir era peregrino y las visitas y sus meriendas su sustento.
No saben bien como terminaron así.
Desde pequeñas les fascinaron las manchas y jugaban a ver en ellas una nueva realidad. Era una comunicación fluida entre su discurso fácil y el moho, el caliche del suelo, los desconchones en la pared o el amarilleo de un mantel.
Empezaron en casa muy niñas leyendo como quien lee un libro las humedades del viejo papel pintado, las manchas entre arabescos, hojarascas y pájaros de aquel victoriano papel ingles.
Mama siempre lo achaco a su ensimismamiento y autosuficiencia, eran amigas de si mismas, compañeras, confidentes, hermanas amantísimas.
Lo que decían no era exactamente adivinación, solo era una narrativa premonitoria con sentido, eran orientaciones vagas y alambicadas de pura lógica y de conocer muy bien las necesidades interiores del hombre, se diría que eran expertas en captar desasosiegos.
Luisa e Isabel, sabían bien lo que era ser una mancha en la familia, aunque queridas y mimadas ser siamesas no fue fácil en un mundo de normalidad.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Malas de verdad

Epinicio que cantáis los espíritus sin luz.
Lectoras de manchas en la pared.
Cascarones poseídos por la furia de no irradiar luz.
Exhumadoras de cadáveres de santos para robar sus joyas.
Huidas de un frenopático, difundís la peor de las calumnias, la media verdad.
Barbotáis en las obscuras escaleras diciendo que ahora vais a ser malas de verdad.
Necias, en verdad es lo único que sois, malas de verdad.

Carniceros de la falsa belleza

Como ponéis vuestros templos en manos de carniceros.
Como buscáis la belleza en esas demasías tan vulgares.
En esa esperpéntica estética que tan cara os sale.
Bellezas de fornicio, de trastornos de autoestima.
Bellezas de mercadeo, de mercaderes carniceros que os sacan los cuartos.
Como os ponéis en manos de carniceros para que arreglen vuestra salud mental.

Tanatoplastia

Me sorprende ver la cantidad de amigas que tengo que sin saberlo se dedican al circo.
Y no me refiero que en la arena busquen el martirio, o quizás si.
Me refiero a su talante payaso y a su más payasa estética.
Victimas de la taxidermia, de la tanatoplastia y de la potinguery.
Envejecer es un arte, rejuvenecer un trastorno.

Platos rotos lañados

El sol entre brumas.
Instructivo encierro.
Platos rotos lañados.
Tras el estropicio del matasiete.
Ocenas salen las palabras de vuestros papos.
Ni el pebete calma la hediondez.
Se sustenta vuestro orbe bajo cuatro acarreados palos.

Trémula

Seras una victima de la carne.
De la carne expuesta en los mostradores.
De las tendencias del zurcido.
De la no asunción de que ya eres carne trémula.

Ni en navidad perdono, ni en navidad olvido

Hasta que no puedas devolverme lo que me quitaste.
Para ti mi perdón no existe.
Nada redime el delito.
Pero aplaca la pena resarcir el crimen.
Te deseo el duelo que yo pasé.
Y que te ahogues en el mar de miseria en el que me hundí.

Torre de poco eco

No es mi casa una casa de multitudes.
No esta hecho mi discurso para contentar al necio.
Mídeme por el estanque en el que nado.
Que yo te mediré por el mar en el que te ahogas.

Mis fieras no se querían perder el día

Hoy me ha vencido la pereza en la obscuridad del alba.
He remoloneado para que no comenzara el día.
He querido seguir viviendo en el cuento de cristal.
Me ha dado pereza salir al frío y dejar el cálido lecho. 
Pero he sido diligente al final, mis fieras no se querían perder el día.
Y yo por amor tampoco quería que se lo perdieran.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Dilacera


Culebrean los renglones del desamor.
Culebrean en las horas.
Sin finura.
Cañonazos de desafección.
Valiente recibe los dardos el corazón ardiente.
En el clamoreo de las lenguas que con premura hicieron leña.
Dilacera el pecho tanta chanza y cacareo.
Culebrea el que porta la daga.
Culebrea y se jacta de que nos rompió el corazón.

Desdichada Navidad

Desdichada Navidad de sillas vacías, de ausentes e indeseadas presencias.
Fuerza el natalicio de Jesús a ser y soportar el empalagoseo de decir y fingir que nos queremos.
Nieva sobre el desaparecido, sobre la perdida, sobre la compañía de la soledad en el bullicio de la casa que nos vio nacer.

Escribiendo

No me interesa lo que está por escribir.
Me interesa lo que se está escribiendo o ya está escrito.
No vivo intentando leer renglones no escritos.
Vivo leyendo pasado.
Vivo viviendo lo escrito.

De la adversidad victoria

Amenazados por la fe, por el credo, por seguir la justicia.
Intentan atenazarnos rindiendo cuerpos, voluntades humanas.
Así no se doblega la fe, que se crece en la adversidad, en la persecución.
Blanco de las iras por ser blanco, puro, níveo.
Es el precio de seguir el camino recto, que el que da tumbos te apedree.
Meandros de miseria donde se esconde el delincuente.
El que defiende su delito a la sombra de una fe que diezma al honrado.
Nunca enterraré a mis mártires en catacumbas, los expondré al sol, al sol del modelo a seguir.
A la luz de mi Dios que de flaquezas saca fuerza y de la adversidad victoria.

El fuego de la palabra

Palabras débiles pronunciadas sin fuerza.
Es el comedimiento el aliado de la impunidad.
El comedido hace un flaco favor a la sinceridad.
Porqué somos tan cautos en el uso del lenguaje.
Miedo a las descriptivas palabras.
A las palabras de libertad.
Hablar nos hace libres.
Decir la verdad nos libera.
No entremos en el juego de la impune blandura.
Yo no soy tibio, soy muy candente.
La luz procede del fuego.
Ilumina el mundo con el fuego de la palabra.

Serpollos

No tiene sucedáneos el mundo zafio.
Depreca el gentil un mendrugo.
Mientras vosotras acarreáis con mentiras banastas.
Sois serpollos que tumbáis esbeltos cedros.
Sépticas y malvadas comadres.

Llueve en el exterior

Llueve en el exterior.
Y en el interior sobre mi no llueve ni un beso.
La rutina es la estación sin lluvias.
Cala hasta los hueso la sequía de amor.

La casa del can

No hay visibilidad en el torrente de lluvia.
Gris, más que gris es el día de hoy.
Con densidad de plomo.
He salido a pisar los charco.
Que se regocijan porque esta noche se reflejará en ellos la luna.
Quedan pocas hojas en la defenestrada higuera y he recogido algunas.
Empapado en hostil realidad vuelvo a mi hogar.
Al calor de la casa del can. 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Vedette caramelizada

En playas imposibles y con un imposible montaje.
Pose de vedette agitadora de gintonises, en un recóndito destino de octogenarios.
No llueve del cielo la clase, pero si te llueven a ti con esa pose los hombres.
Rubia, torrada y con pendientes ochenteros, ¿qué edad tienes o es un revival?
Flores imperiales de plastico, rosas Carmen Polo del chino, que requetefino.
Más siempre es más, pero con un umbral mínimo de calidad.
No merece más comentarios la zafiedad caramelizada, el bombón de higo.
Monísima y artificial en la foto que sobrevivió al naufragio.

Mis perros, mi amor



Mido mi vida por los perros que he tenido.
Mido mi amor por los perros que he querido.

Perpetuar, dar fe



Todas las estrategias son buenas para atenuar el dolor.
Pero tristemente todas son igual de inútiles.
Pero defiendo el arte del dolor y el legado del llanto.
Y la fe en perpetuar la presencia y dar fe de  la existencia del ser querido.
Y hacer que viva en el presente el amado ausente.

Más allá de su vida.





Como no llorar al más fiel.
El paciente y zalamero.
El compañero que ni un segundo pensó dejarnos.
Pensó cambiarnos por un mejor salario.
Su vida estuvo a nuestros pies.
Amor fiel incluso en el más allá.
Siempre velando nuestros sueños y lamiendo nuestras a veces desagradecidas manos.
Amor de amigo para el que nosotros eramos su único amigo.
Perros ángeles de la eternidad, que quisimos que estuvieran con nosotros más allá de su vida.

Ni un palmo


Hay en el mundo personas que exigen demasiada atmósfera.
Hasta tal punto, de interferir y menguar las atmósferas de libertad de los demás.
Si te encuentras o colisionas con alguien así, párale los pies.
Porque quien un poco consigue amedrentando, algo más siempre pide.
Al invasor, de cesión ni un palmo, ya que tras el primer palmo, van cinco más.

Emigración

Dios creo el mundo sin fronteras. 
Porque tenemos nosotros que definirlas. 
Diques para contener a los emigrantes.
Tapias altas de huerto prospero.
Muros para contener a las afueras la miseria.
Soy yo mejor que él.
Él no es peor que yo.
Marea humana que no enviste con la suficiente fuerza. 
Para derribar la parcelación del egoísmo.


El mechón dorado

Lazos rojos en las camisas blancas.
Sangre en sus pálidos cuellos.
Guirnaldas de flores blancas, que se marchitarán a la vez que ellos.
Sopor en las horas de vela.
En las horas que esperamos que despierten del extraño sueño.
Porque no desandan el río y nos dan esa sorpresa.
Anhelos y frío suelo.
Todo galante, todo mimado, todo cuidado.
Es todo tan poco en esta triste fiesta.
Empapan mis ojos los bellos pañuelos de encaje.
Mientras aprieto contra mi pecho el mechón dorado de tu bello pelo.

El verde iris

Se hace más densa la niebla.
Hasta el punto de silenciar el tañer de la espadaña.
Cala la humedad de la nueva ausencia.
Moradas manos que nada se llevan.
Sólo congelado en el verde iris el verde del prado de otoño.
Y acunando el último sueño el rumor del arroyo.

Daguerrotipos de amor




El loco amor intenta retener el continente cuando pierde la esencia.
Bellas fotografías de frascos de perfumes que perdieron su aroma hace mucho tiempo.
Bodegones con naturaleza muerta.
Flores congeladas y reliquias para dar los besos que no dimos.
Amor que por cualquier medio impide que se desvanezca el amado.
Daguerrotipos  de sollozos, de cirios eternos.
Instantes antes de que todo se haga polvo, polvo de estrellas.
Niebla de ligerísimas lagrimas que impiden ver que su memoria esta encerrada en el frágil envase, que es nuestro también fotografiable cuerpo.
Fotografiado quizás por los fieles con la última mueca. 

La última mueca de amor. 
Muñecas de porcelana para frenar el olvido.

Doblan a muertos

Es temprano, amanece y ya doblan a muertos.
Día gris de inicio negro.
El pueblo muere en el invierno de sus moradores.
En sus últimos días de plata.
Se apagan chimeneas en la calle que ya no se encenderán.
Días cortos de niebla con cada vez menos humo.

Niebla y sagitarios de plata

Empantana la niebla el valle con su halo de misterio.
Los castaños pierden ya todas sus hojas y afrontan desnudos el frío.
Les acompañan en la valentía los centenarios robles adornados de liquen.
Es todo calma en este velado alba.
Hoy cumpliría años un ángel.
Un día como hoy nació entre tormentas de niebla y sagitarios de plata.

martes, 17 de diciembre de 2013

Imaginarias

Rinde el sueño la fortaleza.
El hombre no puede estar en eterna vigilia.
Sí tu quisieras velar mis sueños y espantar las fieras.
Yo haría imaginarias por ti.
Es el temor ley de subsistencia.
Y necesito un hombro para no sentir tanto temor.

Ojos de topacio

Congelamos instantes, que no mutan o por lo menos no mutan tan rápido como mutamos nosotros.
Instantes de oro, de cúspides doradas, que sólo sutilmente se amarillean.
Ángeles, venus rubias y celestiales de ojos color topacio y rubor de rubí.

Sabéis que olvidaré

La belleza es efímera.
El clamor es efímero.
El ruido es efímero.
Simplemente hay que esperar a que escampe.
Los duelos se pasan.
El deseo de venganza se desvanece.
El runrún pasa y la belleza mientras tanto se va de casa.
Gordas, zafias y feas sabéis que olvidaré.

Alambradas de espino

Cárceles de oro de primer mundo, que tambien empieza a sentir los zarpazos del hambre.
Se polariza el mundo más y más, y ya no hay ni un istmo, sólo un abismo.
Se cerca el poder con altas tapias y alambradas de espino.
Teme el rico la incursión en su edén del pobre al que saquea. 
Seres humanos con éticas de miseria, pequeña élite que rinde a su antojo el orbe.

El reparto

Borrascas en el poder, en el reparto de la pieza.
Todo es repartir y cuidar que sea justo el reparto.
Sólo se tiran piedras al árbol cargado de frutos.
Se tiene que defender el justo del ansioso.
Repartos injustos, repartos sin justicia.
Nada quiero robar, pero quiero que no me roben.


AMOR

Se abre la veda a los días del empalagoso amor de plástico.
Consumimos deseos de amor como quien consume pipas.
Loros del amor, de las frases hechas, de los deseos importados de otros.
Razonamos acaso lo que hay detrás de lo que decimos.
No lances al espacio tantos besos, dáselos a alguien, a alguien físico, que veas que esta falto de amor.
Tanta gente sola y tanto beso al aire, eso no es caridad, busca una mejilla, una boca, una frente, una mano y bésala con fuerza, haciéndole sentir a ese alguien que el amor lo ancla al mundo y todavía no ha llegado su hora, la hora de partir.
Cierra el ciclo del melifluo deseo de plástico y ábrete al mundo para darle amor.

El reino libre

Carezco de medida.
Y en lo desmedido me muevo.
Nada limito, porque carezco de limites.
Es libre el pensar.
Es el único reino libre.

El último mal

A determinados cadáveres no hace falta abrirlos en canal para saber de que han muerto.
Evidentemente del último mal, que muchas veces es el mal de amor.
Es el silencio de besos el que estrangula frágiles cuellos de gacelas.
Es el lago de lagrimas y su perenne humedad la que ahoga blancas palomas.
Es la lechosa niebla la que pierde en el mar de sollozos al ligero velero.

Eternos infantes

Hay algunos que tienen la suerte de ser siempre niños.
Siempre son cándidos y crédulos.
Siempre con la ilusión de la primera vez.
Niños grandes que abrazan y besan a sus muñecas.
Si la felicidad decidiera las mutaciones que conforman la evolución de la humanidad.
Nos regirían los eternos infantes.

Olvido

El bello tesoro que es el olvido.
Se van espaciando los días.
Se termina yendo una sola vez al año.
Y la última muerte trunca caricias.
Ya tiene la lluvia la puerta abierta.
Se ajan las primeras flores.
Se rompe el jarrón.
Y ya no hay del rico paño ni jirones.
Olvida el mundo que has existido.
Y de ti ni existen en el mármol esos dos renglones.

Lo abundante

Sí lo que abunda no es lo bueno.
Porque nos obcecamos en exculparnos en la generalización. 
Es más fácil ser tentado que resistir la tentación.
Los ladrones son igual de ladrones aunque sean un montón.

Hermética soledad

Esparzo frases al aire como naufrago que da gritos.
Sabedor de que nadie en esta hermética soledad me va ha encontrar.