sábado, 26 de enero de 2019
La cárcel de los modales
Temo mi prudencia, mi contención, la educada cárcel de mis modos, de mis modales.
Soy bravo mar embalsado, farallón que frena la indómita riada.
Todo me orisiona y mina, todo se multiplica en mi empeño de anular la escorrentía.
Soy martirio, tortura. Leo y releo el infierno de las frases, escudriño entre los renglones.
Todo hiere, todo lacera, hierros candentes que marcan mi piel, con las cicatrices del tropiezo, por el provocado traspié.
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