No eres grande si no tienes enemigos, ser consecuente acarrea enemistades.
Ser abanderado de causas nobles, nos hace blanco de la ira de la marea ingente de los mediocres.
He aprendido a caminar erguido entre escombros, a no sentir las punzadas de los cristales en mis plantas.
El mezquino es tropiezo, es baladrón envidiosos, en rastrera mondonga.
Soy luz en los arrabales y en los encopetados salón llenos de trampas.
Nada temo, no estoy solo, el Rey de la Verdad, siempre me acompaña.
Con mi Dios, nada me hiere.
Con mi Dios, nada me espanta.
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