Bella insipidez que valerosamente abandonas el reino celeste de mi amor.
Con el arma de tu deslumbrador atractivo.
Desenfrenadas oleadas de turbada seguridad.
Nunca te darán lo que yo te doy.
Yo te obedezco, ¿pero tu estas segura de que otros te obedecerán.?
Abandonas la rendida sangre de tu hermano y te fundes en orgía con el vicio de mi rival.
Dios te salve en tu nueva andadura fuera de mi abnegado amparo.
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